domingo 19 de octubre de 2014, 10:09h
Ante
todo pedirle disculpas a mis lectores por el retraso en la entrega del
artículo y es que el pasado viernes, cuando me disponía a escribir, mi
querido portátil hizo ¡puff! y en la negra pantalla aparecía un letrero
indisoluble y permanente que hablaba no sé qué de que window no podía
arrancar. Total, que acudí a mi médico informático de cabecera, Yiyi, (mil gracias colega, te debo ya varias), un genio en esto de los demoníacos ingenios de Bill Gates y,
tras varias horas de intensa analítica, de intubado y de amplios
cuidados paliativos, mi ordenador, como si hubiese cogido el virus del
ébola comenzó a funcionar de nuevo, eso sí con respiración asistida de
reseteo después de una limpieza total de lo almacenado que lo ha dejado
al pobre mío en bragas. Han desaparecido, e imagino que estarán dando
vueltas en esa famosa nube de internet, miles de fotos, artículos,
facturas, relatos y esa multitud de chorradas varias que todos
almacenamos en nuestra bandeja de entrada o en carpetas con nuestro
nombre en imágenes y apartados varios del ordenata y que forman parte de
nuestra vida ordinaria. Imagino que a muchos de ustedes le habrá
ocurrido alguna vez algo similar y que para evitar perder esa memoria
virtual, tendrán varios pen con copia de todo lo que de verdad les
interesa por si algún día, esa cosa tan desconocida para los legos en la
materia, que es el famoso y temido disco duro, dice "hasta aquí hemos
llegado, compañero" y te deja más tirado que un marrano en un charco.Pero
si el mundo informático es complicado, el real le va a la zaga.
Afortunadamente parece que remite el pánico que nos había entrado a
todos por la epidemia de ébola después de que la enfermera afectada
comenzase a mejorar y no se detectaran más casos de infección y de que
esa superwoman que es la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, tomase las riendas de la comisión interministerial encargada de coordinar la crisis. Mas de una Susana que
va de estrella fulgurante y superdiva tendría que aprender cómo los
problemas se resuelven no sólo con palabras sino con hechos. Me acuerdo
que cuando Mariano Rajoy nombró a Soraya como su segunda, había muchos antimarianistas seguidores de Pedro Jota, que aseguraban que "esa niñata no es capaz de enfrentarse a Rubalcaba". Bueno, pues el tiempo ha demostrado que Soraya le ha dado sopas con ondas a Rubalcaba, a su tocaya Soraya Rodríguez,
portavoz socialista, y a todo aquel que se le pusiera por delante. No
sólo eso, sino que, además de vicepresidenta y portavoz del Gobierno
ejerce de muro en el Congreso y se ha encargado de coordinar todas las
comisiones especiales que Mariano Rajoy se ha visto obligado a formar
para atajar los problemas importantes. Y todo ello, sin soltarse el
pelo, dando a luz y sin darle mayor importancia a su trabajo. Todo un
ejemplo para aquellos que aupados por las circunstancias, como el nuevo
líder socialista, Pedro Sánchez, pretenden parecer que son los salvadores de la patria.En Andalucía, pocas novedades esta semana. El Gobierno andaluz sigue desaparecido en combate mientras la juez Mercedes Alaya continúa
incansable con la instrucción, ahora además de los EREs fraudulentos,
de los falsos cursos de formación, unos cursos cuyas ayudas, millonarias
en euros, pretende recuperar la Junta pidiéndoselas a los sindicatos, a
los empresarios y a los amiguetes a los que se les concedieron las
subvenciones. Quiere el consejero Luciano Alonso que
las devuelvan. Ja, que me parto y me troncho. Con este panorama, lo más
importante de la semana que ahora comienza es, sin duda alguna, el
posible ingreso en prisión de la tonadillera de España, amiga de Gaspar Zarrías, Isabel Pantoja.
Ya me veo a todos los diarios que se dicen serios vistiendo sus
portadas del "Sálvame".Eso y ver si, al final, el Jodemos, perdón el
Podemos, de Pablo Iglesias,
pacta o no pacta con Izquierda Unida que está loca por conseguir que
esa nueva izquierda surgida del hartazgo ciudadano con la clase política
les acoja en su seno para salvarlos del desastre al que están abocados.
A Cayo Lara y a Maíllo se les está viendo el plumero con demasiada poca vergüenza.