Bueno, en realidad ningún
paréntesis agosteño es tan tranquilo y ocioso como parece, al menos en política.
Mariano Rajoy se ha ido de vacaciones a Doñana -luego trotará hasta su
ermita pontevedresa-- dejando al país boquiabierto ante lo bien que vamos, al
menos económicamente, sin que lo hubiésemos notado. "Confianza" fue
la palabra que repitió hasta cuatro veces en su conferencia de prensa del pasado
viernes. Y la confianza, que es lo contrario de la inseguridad jurídica que
tanto ha asolado nuestras costas, induce a la calma, al disfrute -los que
lo disfruten-de un mes más ocioso que los otros del año. Ya llegará
septiembre...Claro que, en lo puramente político, ni la confianza es tanta
ni la calma tan real como aparenta. Este mes, agosto, va a ser, confío, el de
los contactos telefónicos subterráneos, el de las llamadas urgiendo nuevas
entrevistas, otras respuestas.
Yo creo que sería impensable
que el acercamiento, si de tal puede hablarse, entre
Rajoy y Mas se quede en el
encuentro de dos horas y cuarto del pasado miércoles. Si de ese encuentro no
salió más que lo que es visible y nos han contado los dos interlocutores, mal
asunto, aunque ya fue un paso que, al menos, se encontrasen y que el president
de la Generalitat entregase una lista de peticiones al presidente del Gobierno
central. Me pregunto si la presidenta andaluza
Susana Díaz tiene algún dato
para sugerir, como lo ha hecho, que entre Rajoy y Mas hubo algún 'acuerdo
secreto' o si estas declaraciones fueron, simplemente, un brindis al sol,
de esos tan frecuentes en nuestra clase política. A mí, personalmente, me
gustaría que sí, que se hubiese dado algún tipo de acuerdo de esos que 'no
conviene' hacer públicos a ninguna de las partes, dado cómo anda de
exacerbado y mosqueado el personal. Porque, si hubiese al menos un inicio de
camino pactista por recorrer, amainaría el principal problema político que
tenemos planteado los catalanes y el resto de los españoles, gracias a la mala
cabeza de una sucesión de gobernantes, entre los que destaca, por su impericia,
Artur Mas.
Creo que me consta -no pude
preguntárselo a Rajoy en su conferencia de prensa del pasado viernes-que La
Moncloa trata de que haya otro encuentro entre Rajoy y Mas antes de que tenga
lugar esa Diada "espectacular", como la calificó el president de la
Generalitat, que busca algo como esa concentración masiva para fortalecerse
tras el enorme varapalo que le ha supuesto la 'default' de
Pujol y
familia. No quedan muchas semanas, así que la 'diplomacia del teléfono
rojo' entre ambos tendrá que ser intensa. Tal vez Rajoy nos quiera -aunque
tengo razones sobradas para dudarlo-contar algo más tras su visita al Rey
en Marivent, el próximo día 8.
Tampoco me parecería extraño -sería,
más bien, lo lógico-que Rajoy intensifique esa diplomacia telefónica con
Pedro Sánchez, que anda vacacionando, creo, por Mojácar, aunque no pierde
oportunidad, como hizo el otro día, casi de incógnito, en el pueblo segoviano
de Grajeras, de contactar con la militancia socialista 'de base':
ha decidido recuperar votos casi uno a uno. ¿Tendrá tiempo? El caso es que el
entendimiento con Rajoy fue, dicen, bastante bueno, y dudo de que, pese a que
ambos andan peleando en busca del sufragio de las clases medias, el secretario
general socialista vuelva a repetir mucho aquella sandez, con perdón, de que "la
regeneración política pasa necesariamente por la jubilación de Rajoy".
Ambos tienen que entenderse ante lo que viene, y deberían intentar unir al
resto de las fuerzas de ámbito nacional, UPyD y, por qué no, IU y hasta 'Podemos',
en la denuncia del absurdo por el que discurre la política oficial catalana, que
va directa hacia un abismo de difícil recuperación. Esa es, ahora, la tarea
prioritaria, y lo malo es que no cabe ya andarse con disquisiciones acerca de
federalismos o no, aunque ya se ve que, cuando se quiere, se pueden hacer
mudanzas importantes en tiempo récord: mire usted, si no, lo que ha hecho con
las regiones el casi recién llegado primer ministro francés.
Lo que quiero decir, en el
fondo, es que no hay tiempo para vacaciones sin otra cosa que hacer que tomar
el sol, dar paseos y leer novelas de
Le Carré, como consta que le gusta hacer a
uno de nuestros más destacados políticos: es la hora de que los teléfonos echen
humo en busca de acuerdos, porque hemos empezado ya la andadura hacia el otoño
no sé si laboralmente templado, pero políticamente tórrido, que nos espera.
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El blog de Fernando Jáuregui: 'Cenáculos y mentideros'>>