"Estamos en guerra", aseguraba hace pocas fechas un destacado
militante del PSOE a Diariocrítico para no descansar ni un solo día en su
propia campaña hacia las municipales de ¡mayo de 2015!. La frase empieza a
recuperar su verdadero sentido en la pugna por suceder a Alfredo Pérez
Rubalcaba, al menos en lo que se refiere a los dos presuntos favoritos, el vasco Eduardo Madina y el madrileño Pedro Sánchez, que ya han abierto las hostilidades arrojándose mutuamente el apoyo del 'aparato'. Alberto
Sotillos, de Socialismo Democrático, y José Antonio Pérez Tapias, de Izquierda
Socialista, de momento optan por un respeto exquisito hacia sus contrincantes.
Las hostilidades han pasado de las patadas bajo la mesa al
cuerpo a cuerpo: el primer derechazo ha salido del "entorno" de
Eduardo Madina,
acusando vía Europa Press a la 'vieja guardia' del PSOE, y en concreto a Pepe
Blanco y a
José Bono en el papel de generales, y a
Óscar López y
Antonio
Hernando como fuerza de choque- de maniobrar en favor de
Pedro Sánchez. Porque
en la vida sin
Rubalcaba, tener el apoyo del 'aparato' es todo un estigma ante
las bases que se pronunciarán el próximo 13 de julio.
La respuesta de Pedro Sánchez también lleva una gran carga
explosiva: "Se necesitan líderes que empujen y no que sean empujados", ha
dicho en Málaga... rodeado de cargos del partido en la provincia. Detrás de él,
asegura, sólo hay "militantes de base que me animan a dar el paso. Me presento
humildemente, por mi cuenta y riesgo y lo que tengo detrás son muchos Pedros,
Marías, Teresas, Rosas, Tomás..., que lo que quieren es un partido socialista mejor".
En realidad, el ataque del 'madinismo' es la respuesta a la
rumorología oficial que sitúa a su candidato en la órbita de Alfredo Pérez
Rubalcaba, con el mismo objetivo de erosionarle ante una militancia que pide
renovación a gritos.
La pregunta, sin embargo, es para quién trabaja Pepe Blanco,
el hombre fuerte del partido en la etapa de Zapatero, feliz tras conseguir el
acta de eurodiputado y salir del desierto al que le condenaron sus propios líos
judiciales.
El aviso del "entorno" de Madina es una carga de profundidad
contra una estrategia que ya se ha mostrado poco eficaz, la de creer que el
apoyo de los dirigentes territoriales y locales arrastra el de los militantes.
Blanco es el principal sospechoso de la operación para elevar a los altares a
Susana Díaz con la bendición de ocho secretarios generales territoriales, que
dieron la cara... para nada. La presidenta andaluza los dejó literalmente
compuestos y sin novia.
Susana Díaz prometió neutralidad en el proceso de primarias.
En boca cerrada no entran candidatos. Pero no dijo nada del PSOE andaluz en el
que, se supone, no se mueve un dedo sin su beneplácito. Si ayer Eduardo Madina
recibía el apoyo poco disimulado de
Guillermo Fernandez Vara y los socialistas
extremeños, hoy son los socialistas sevillanos los que se han posicionado "al
95%" con su principal contrincante, el madrileño
Pedro Sánchez.
Cierto es que, ayer, Madina también se arropó en Mérida con
un dirigente territorial como
Guillermo Fernández Vara. El ex presidente
extremeño ha sido, sin embargo, la oveja negra de Ferraz durante la última
etapa y ha jugado por libre, especialmente con la moción de censura que puso de
los nervios a Rubalcaba. Una partida que ha ganado, como destaca Madina, porque
Extremadura es la única comunidad autónoma en la que el PSOE mantuvo de verdad el
tipo en las elecciones del 25 de mayo pasado, frente a la debacle del resto.
"Juego limpio"
Los otros candidatos, mientras tanto, se regodean con el
espectáculo.
José Antonio Pérez Tapias ha afirmado que las denuncias sobre
presiones del 'aparato' del Partido para condicionar los votos de los
militantes lo que "evidencian" es que la organización necesita "unas
buenas dosis de renovación en cuanto a procedimientos democráticos".
Pérez Tapias, tras recordar que el propio Madina es "miembro de ese
aparato", ha señalado que lo que se demuestra es que se necesitan unas
buenas dosis de renovación en cuanto a procedimientos democráticos pero también
"en cuanto a reglas claras, a imparcialidad de sus órganos de dirección,
que todo sea un juego limpio".
A su juicio es "lo menos" que tienen que garantizarse entre
"compañeros", ha explicado el precandidato, quien no ha querido hacer
"lamentos" ni quejas pero ha aclarado que aunque él podría insistir
en algunas cosas más respecto a esas presiones y cuestiones relativas al
aparato prefiere "poner el acento en lo contrario", "cada cual
que cumpla sus responsabilidades y obligaciones".
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