Una cadena hotelera, Artiem (tres hoteles) en Menorca considerada una de las mejores 50 empresas para trabajar de España
Ir a Baleares ya supone una
buenísima elección. Ir a
Menorca es optar por calidad. No es que
Ibiza o
Mallorca no la tengan, que la tienen. Es porque Menorca es, como dicen los
franceses,
très chic. Calma, relax, naturaleza, confort. ¿Hay algo que sea más lujoso
que eso? Difícil.
Si además tienes la suerte de
pasar uno de los días de tu estancia en barco, entonces sólo te auguro una
vuelta llena de tristeza por no poder alargarlo más. Los ricos saben cómo divertirse.
Por eso muchos tienen barcos. Si no eres rico y, por tanto, no puedes comprarte un barco, búscate un amigo que lo tenga. Será una de las mejores inversiones de tu vida. Luego, claro, hazle mucho la pelota, dale likes a todo lo que publique en Facebook y agasájalo constantemente. Merece la pena. Si, además, el barco lo tiene amarrado en Baleares, báilale la sardana (que ya sé que es catalana) o lo que haga falta. ¡Quién tiene un amigo con barco tiene un tesoro!
Vayamos por partes con un viaje
que recomiendo vivamente. Lo primero la "bronca" institucional.
El gobierno de
Baleares debería tomar nota al respecto. No se puede volar a Menorca entre
octubre y mayo (ambos incluidos) si no es con
la compañía madre de todas las
compañías, es decir, bueno, ya saben ustedes cuál es. ¿Eso qué significa? Bien,
lo han adivinado. Que los precios, al no haber competencia, se disparan. Por lo
tanto si el Gobierno Balear tiene la intención de revitalizar el turismo en
Abril, por ejemplo, le va a costar. Échemos mano a estas cosas para favorecer el empleo.
Salvando esa primera premisa, ya
todo lo demás va sobre ruedas, o sobre el aire, o sobre el mar. Pero va.
Estuvimos alojados en la cadena de hoteles Artiem, tres hoteles que merecen el
aplauso del público. La ovación sincera. ¿Por qué? Bueno, en primer lugar
Menorca es ecología. Y eso lo respiras nada más aterrizar de la misma manera
que respiras marcha (más bien escuchas) nada más aterrizar en Ibiza y
La cadena Artiem respeta la
ecología y lo lleva a gala en gestos constantes.
Tiene tres hoteles:
El Hotel Capri, el
Hotel Carlos
y el
Hotel Audax. Estuvimos en el Carlos y en el Audax. Cada en su estilo,
ambos igual de buenos. Los anfitriones, la pareja propietaria: Pepe y Gabriela.
Es imposible ser más encantadores que ellos. Garantizado.
La comida de los Hoteles, además
de ser de autor, es ecológica. Todos son productos cultivados de manera respetuosa
con el medio ambiente. La tierra dónde se cultiva tiene que llevar mínimo
cuatro años sin recibir pesticidas, de lo contrario, ya no sirve. Ni qué decir tiene
que
los tomates que se coma usted ahí sabrán a tomates. O las berenjenas. O la
fruta. Bueno, comerá usted como se comía antes. Si es que es capaz de
recordarlo.
Otra característica de este hotel
es que los empleados están felices. No es una pose. Esas cosas se notan. Claro
que trabajando como se trabaja en la hostelería balear, descansando tres meses en invierno... debe de ser una gozada para el cuerpo y para el espíritu. La sonrisa es
permanente. Los empleados son internacionales, se nota la presencia de espíritu
de trabajo. El día que volví salía en portada de un diario mallorquín que la
cadena
Artiem había sido elegida la mejor cadena hotelera para trabajar en
España según Great Place to work. Y me lo creo porque he estado ahí, no me lo
han contado. Se respira capacidad y ganas de trabajo. Desde los dueños hasta el
pinche de cocina. Todas esas cosas se trasladan al cliente que, satisfecho,
vuelve. Repite. Al fin y al cabo el hotel tiene huéspedes que acuden verano
tras verano desde hace 42 años. Será por algo.
En todo este tiempo que llevan
abiertos los hoteles (no los tres, sino uno) ha habido reformas lógicamente. El
slogan de la cadena es Fresh people y ciertamente gente fresca y abierta de
mente, es. El resultado es una estancia en un hotel dónde comes bien, duermes
mejor, sabes que respetan el medio ambiente y además, estás de lujo. Por cierto, es un hotel ideal para ir en pareja y sin niños. No se admite la entrada a niños, es
sólo para adultos.
Tienen el Hotel Audax, además, un
spa de los de quitar el "sentío" y actividades como alquilar un barco con
tripulación a bordo, hacer snorkel, buceo, lo que quieras y, por supuesto comer
y beber. Hasta el vino que te dan es ecológico. Por cierto, no sabía esta
servidora lo ricos que podían llegar a estar los vinos menorquines.
Lo del barco ya son palabras
mayores. Será porque soy hija de marino o porque soy de mar pero a mí dame un
barco y quítame hasta el piso, si quieres. ¿Existen mayores placeres que
tumbarse en la proa de una embarcación mientras esta navega? El ruido de las
olas, el calor en la piel, el sonido de la naturaleza en su esplendor. Eso,
amigos, no tiene precio. O para en una cala cuasi virgen donde, por no haber,
no hay ni tumbonas. Bañarte en esas aguas cristalinas y disfrutar de Menorca. ¡Eso
es vida! Quién lo probó, lo sabe.