Ea, la gran
Susana Díaz tiene que estar orgullosa. La
referencia andaluza del socialismo hispano no sólo ha decidido ahora quedarse
en Andalucía sino que, un día después de la parada y marcha atrás para hacerse
con el control del partido, ha sacado adelante en el Parlamento andaluz, ¡¡¡por
unanimidad!!! su tan anunciada y cacareada Ley de Transparencia Pública de
Andalucía, esa norma que, según ella, va a acabar con todas las escandalosas
corrupciones que en el mundo han sido y que al Sur de Despeñaperros rodean a la
Junta y a los últimos Gobiernos socialistas. La ley en cuestión tiene como
objetivo "facilitar el acceso de los ciudadanos al conocimiento de la
actuación de las administracionesa, así como de las entidades privadas,
incluida la Iglesia, que gestionan fondos públicos o se financian con los
mismos". Hasta ahí nada que objetar, pero vayamos por partes antes de
lanzar las campanas al vuelo sobre esta norma porque, a falta de conocer el
texto íntegro de la ley, ya mosquea bastante que se hayan excluído de la misma
a los altos cargos de la Junta, es decir, a los
Guerrero, a los
Fernández,
a los
Viera, a los
Vallejo, a las
Martínez Aguayo, a los
Ávila,
a las
Malenis, a los
Griñanes y a los
Chaves
Vamos a ver si nos enteramos. Habrá que leerse detenidamente el texto de la
nueva ley de transparencia. Porque me da la impresión que todos, tanto el PSOE
como IULV-CA y el PP, que han respaldado con sus votos la norma, nos toman a
los andaluces por tontos. Resulta que en la instrucción que la inefable y
eficaz juez
Mercedes Alaya está haciendo en el turbio asunto de los EREs
fraudulentos hay imputados, nada más y nada menos, que una treintena de altos
cargos de la Administración andaluza, entre ellos dos ex presidentes, siete ex
consejeros y una veintena de viceconsejeros y directores generales. ¿Por qué?,
se preguntarán ustedes, pues simplemente porque esos individuos, los altos
cargos, son los que manejan el dinero, los responsables de su destino final y
los que decidían adónde iban los millones que deberían haber sido para los parados
y que han desaparecido como por arte de magia. Yo diría que incluso más de uno
de estos altos cargos, y a las pruebas me remito, se quedaba con parte del
pastel después de repartirlo entre sus amiguetes. Ante ésto la pregunta que
todos nos hacemos es ¿a qué viene esa inmunidad para los altos cargos? Algunos
defienden que los altos cargos de la Junta, igual que los parlamentarios,
tienen ya la obligación de hacer públicos sus ingresos y las declaraciones de
la renta. ¿Y qué? Si manejan dinero público de todos los andaluces, y son ellos
los únicos que a estas alturas de la crisis lo manejan, ¿no deberíamos conocer
los ciudadanos en qué lo emplean? Se le exigen las cuentas a la Iglesia, que
también, y no se les pide a los responsables políticos. Que alguien me lo
exlique.
Me da la impresión que el miércoles la cosa iba de consensos. Si en Madrid, en
el Congreso de los Diputados PSOE y PP, respaldaban con sus votos la abdicación
del
Rey Juan Carlos y su sucesión por
Felipe VI, en Sevilla, en
el antiguo Hospital de las Cinco Llagas se llegaba a un acuerdo aún mayor que
incluía incluso a los díscolos pero siempre sumisos muchachos de IULV-CA de
Maíllo
y
Valderas. Para que aprendan
Rajoy y
Rubalcaba. Lo
que no consiga
Susana no lo logra nadie. Por lo pronto, el PSOE andaluz
ya está "vendiendo" que se trata de la ley que "de vanguardia y
de máximos que va a colocar a Andalucía como un ejemplo de transparencia a
nivel internacional". Lo dicho,
Susana Diaz ya tiene en sus manos
una baza más para darle sopa con hondas a sus compañeros de partido en el
Congreso del mes que viene. Y ya verán que bien lo vende. Tanto que, al final,
saldrá quien ella decida que salga. Y me da a mí que
Eduardo Madina lleva
las de perder y puede haber una sorpresa con el guaperas del
Pedro Sánchez
o, quizás, quien sabe, con la incorporación última a la carrera, de
Soraya
Rodríguez. Nada mejor que un Sánchez o un Rodriguez para heredar al otro
Rodriguez...
Zapatero.
Pero a lo que iba. Que digo yo que bien está lo que bien acaba, pero que esta Ley
de Transparencia hubiese sobrado si los políticos que nos gobiernan tuvieran
algo más de verguenza y honradez. Porque por muchas leyes que se aprueben, ya
saben ese refrán español que afirma que quien hace la ley, hace la trampa. Y la
transparencia, por más que nos pese, no es sinónimo de honradez que es lo que
nos hace falta en nuestro país y que tanto echamos de menos.
- Lea Andalucía Crítica>>