Eligieron en Kiev al menos malo, pero el enfrentamiento continúa
viernes 30 de mayo de 2014, 13:56h
En
los días previos a las recientes elecciones los observadores más
imparciales advirtieron de que un posible resultado de los comicios
podría ser un incremento de la escalada militar. Y esa advertencia
no parecía exagerada: unas elecciones celebradas en medio de un
clima de guerra, con la automarginación de varias regiones en el
este del país, otorgaría la victoria a un candidato pro-occidental,
que formaría un gobierno con legitimidad para lanzar el ejercito
sobre los separatistas prorrusos, algo que, desde luego, Rusia no
contemplaría de brazos cruzados.
Pues
bien, con la elección del oligarca Petro Poroshenko todo indica que
el riesgo de escalada no desaparece pero quizás podría reducirse.
El magnate de los postres (chocolate especialmente) es el candidato
más pragmático entre los pro-occidentales que se presentaron (los
candidatos comunistas o prorrusos decidieron no presentarse).
Poroshenko tiene experiencia en el gobierno: ocupó puestos antes y
durante el mandato del depuesto presidente Yanúkovich (jefe del
Banco Nacional, Ministro de Exteriores y luego de Economía y
Comercio). El multimillonario es conocido por sus maneras
diplomáticas y sus firmes convicciones en el fondo. En todo caso, ha
seguido hasta ahora los pasos previsibles.
El
primer paso consistía en asegurar la legitimidad de las elecciones.
En tal sentido, sus primeras declaraciones tras la jornada electoral
fueron categóricas: "Podemos
decir de forma firme y convincente que ha votado toda Ucrania y que
ésta es la elección de toda Ucrania". Como se sabe, esa
afirmación no es del todo exacta, porque en las provincias del este
la participación no alcanzó el 30% (y en algunas poblaciones fue
insignificante).
El
segundo paso se desprende del primero: si las elecciones fueron de
alcance nacional, el gobierno resultante es legítimo, como lo es su
orientación occidental. Por eso afirmó: "El 85% de los ucranios
apoyaron el camino europeo para Ucrania", concluyendo que el
trabajo de su Administración se orientará por la idea proeuropea.
El
tercer paso también avanza: un gobierno occidentalista legitimado
puede enviar el ejercito hacia las regiones del este con legitimidad.
Sus declaraciones al respecto no son menos claras: quiere una campaña
militar "corta pero eficaz". Y de momento, el gobierno interino
está allanándole el camino, aunque los militares ucranianos
critican que las operaciones no están siendo bien planeadas.
Poroshenko
ya ha dejado saber que negociará también con Moscú. Sin embargo,
para sorpresa de algunos, ha postergado esa negociación hasta junio.
¿Por qué no negociar de forma inmediata? Pues parece claro si ello
se relaciona con su idea de una campaña militar hacia el este "corta
pero eficaz". Poroshenko quiere llegar al encuentro con los rusos
en las mejores condiciones posibles. Claro, eso no se le oculta a
Rusia ni a los prorrusos. Moscú ya ha pedido a Kiev que suspenda de
inmediato las operaciones militares en el este, al mismo tiempo que
abre la frontera para que entren en Ukrania los milicianos rusos que
quieren combatir al lado de los ucranios de lengua rusa. Por otra
parte, adopta una postura ambigua frente al nuevo gobierno: Putin ha
aceptado la legitimidad de las elecciones pero no ha reconocido
todavía las nuevas autoridades de Kiev.
Así
las cosas, los enfrentamientos armados continúan adelante, al igual
que crecen las bajas que ocasiona. En el combate en torno al
aeropuerto de Donest murieron más de 20 soldados de Kiev y unos 50
rebeldes prorrusos. Luego, otros 18 militares cayeron en los
enfrentamientos en Volnovakha
y Lugansk. Ayer fallecieron 12 efectivos con el derribo del
helicóptero en la ofensiva contra Slaviansk. Todo indica que tendría
que cambiar mucho la situación para que la ofensiva militar contra
el este pudiera ser tan corta y eficaz como quiere el nuevo
presidente electo. Más aún, si continúan los choques armados, nada
impide que se produzca un evento que provoque la indeseada escalada.
Es conocido lo que se dice sobre los conflictos militares: se sabe
como empiezan pero no como terminan.
Resulta
difícil saber todavía cuál será la evolución del conflicto en
Ucrania. Una posibilidad podría consistir en que el nuevo mandatario
diera muestras renovadas de su pragmatismo y negociara a dos bandas
(occidente y Rusia) para lograr una solución concertada y no militar
del conflicto. Pero también podría suceder que se juegue a fondo
por la guerra corta y eficaz que pretende y que, indeseadamente o no,
la ofensiva se le escape de las manos.
En
suma, como dije al comienzo, el riesgo de escalada militar se
mantiene y así quedará mientras las espadas de todos los
contendientes sigan desenvainadas. ¿Sera posible que la UE no
perciba que lo que más conviene a Europa es una solución negociada
y pacífica, incluso si ello significa situar a Ucrania en una
posición neutral y fuera de la UE por el tiempo que sea necesario?
Porque seguir jugando con fuego puede acabar quemando a mucha gente.