No saben la alegría que me llevé cuando me enteré de que
nada más y nada menos que nueve "barones" socialistas apostaban por
Susana
Díaz como nueva secretaria general del PSOE o como candidata a la
Presidencia del Gobierno. Teniendo en cuenta que Andalucía por sí sola concita
casi el veinticinco por ciento de la militancia y de los delegados, ahora, con
el apoyo tácito también de Madrid, Valencia, Aragón, Canarias, La Rioja,
Navarra, Castilla-La Mancha, Murcia y Cantabria, los "susanistas" se
van a llevar de calle cualquier votación que se plantee, entre los dirigentes o
entre los afiliados, ya sea en el Congreso extraordinario de julio, en las
primarias de octubre, o en ambas citas si es que se producen. Y me alegré,
sobre todo porque, por una vez y sin que sirva de precedente, a los andaluces
nos puede beneficiar el tener una presidenta que se ha convertido de la noche a
la mañana y sin saber cómo, en la estrella rutilante del socialismo hispano.
Susana ya está lanzada. Se lo ha creído y va a por todas. A ver si tenemos
suerte, se la llevan a Madrid y colocan aquí, en la Junta, a alguien que
gobierne la comunidad andaluza y que no se dedique exclusivamente a conspirar
en provecho propio para escalar puestos en el partido, que es lo único que ha
hecho Susana durante estos nueve meses al frente del Ejecutivo del bipartito
Dicen las crónicas que, nada más acabar el Pleno del Parlamento andaluz (en el
que por cierto, el PSOE e IULV-CA se opusieron de nuevo a la creación de una comisión
de investigación sobre los falsos fondos de formación, toma ya promesas de
transparencia y regeneración democrática) Susana se desplazó a Madrid para
entrevistarse con
Alfredo Pérez Rubalcaba y tratar de reconducir una
situación que se le está escapando peligrosamente de las manos. Y añaden que a
Susana no le gusta un pelo eso de que sean todos los militantes los que elijan
a la nueva dirección del partido, tal y como ha propuesto
Eduardo Madina y
el propio Rubalcaba. Ella es hija del aparato (no sean mal pensados) y no está
dispuesta a consentir que cualquier avispado militante de cualquier agrupación
que se la monte en las redes sociales pueda chafarle su plan preconcebido. Así
que, dado que se ha convertido en la reina del mambo y que su palabra es la
ley, seguro, seguro, que los socialistas optan finalmente porque el congreso
extraordinario siga siendo como los de siempre, es decir, encorsetado y medido
para conseguir unos resultados a la búlgara, y para poder controlarlo a su
antojo tal y como ha venido haciendo en Andalucía.
Con todo este lío que ha montado
Rubalcaba sólo una cosa hay cierta, que
desde ahora y hasta el otoño, todos vamos a estar dándole vueltas a lo que
dicen, hacen, rebuznan o ladran los dirigentes socialistas, desde
Susana Díaz
a
Eduardo Madina, pasando por
Alfredo Pérez Rubalcaba,
Carmen
Chacón,
Patxi López,
Ximo Puig,
Tomás Gómez,
Emiliano
García-
Page, y el resto de "barones", además de los
Chaves,
Griñán y, cómo no, del onmipresente
Felipe González. Es lo que
decía en mi anterior artículo, que, tras el estrepitoso fracaso de las
europeas, el PSOE está necesitado de un relanzamiento mediático que le pueda
colocar como aspirante a enfrentarse al PP en los próximos comicios. Y diría
más. Este botafumeiro que van a montar los socialistas en los próximos meses le
puede venir bien al Ejecutivo de
Mariano Rajoy, sobre todo si las cosas
no marchan tan bien como él quiere.
Y si antes decía que, como andaluz, me alegraba una hartá de que
Susana Díaz
se vaya a Madrid, (adiós con el corazón, que con el alma no puedo) también
digo que ese desembarco, acompañado nada más y nada menos.que por su sin par
segundo,
Mario Jiménez, tiene como peligrosa contrapartida que cabría la
posibilidad futura que, un año de estos, se podría repetir el zapaterazo, es
decir, que Susana consiguiera que la nominasen como candidata y que ganara unas
hipotéticas elecciones generales. Si eso se produjese algún día ya les anticipo
que lo de
Rodríguez Zapatero y su desastrosa hégira, podría quedarse en
una broma pesada comparado con lo que nos espera. Pese a ello, y aunque me
tachen de egoísta, le hago una humilde petición a mi presidenta: Susana, hija,
por fa, vete a Madrid de una puñetera vez.
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