Si
he de decirle a usted la verdad, lo que menos podía imaginarme es que una
formación como 'Podemos' fuese capaz, en apenas cuatro meses y con la
desorganización que evidencian, de obtener más de un millón doscientos mil
votos y cinco escaños en las elecciones europeas del pasado domingo. Tan
europeas les parecen a 'Podemos' estas elecciones que lo primero que declaró su
líder, Pablo Iglesias, tras conocer sus magníficos resultados, fue que su
principal objetivo es 'echar del poder' a PP y PSOE. Así que hablamos en clave
pura y simplemente nacional: quieren echar a 'populares' y socialistas, lo que
evidencia un deseo poco constructivo y menos aún europeísta, aunque también
evidencie una comprensible reacción indignada ante muchas de las cosas que
ocurren.
Minimizar
el alcance de 'Podemos' y de su dirigente como fruto de un mero fenómeno
televisivo sería no entender bien el alcance de lo que está pasando en este
país. Y conste que, como periodista, me rebelo ante el aprovechamiento que
algunas personas hacen de tertulias, y de otros fenómenos que deberían ser
meramente informativos, para 'dar el salto a la política'. Ha sido el caso de
Pablo Iglesias, y no solamente el suyo, como bien entiende, sin duda, el
lector. Pero hay más: el mensaje cala en una parte de la población. Un mensaje
que ni puede simplificarse diciendo que es antisistema o 'friki' ni puede
considerarse limitado a una edad y a un estatus social o a una condición de
parado-desesperado.
Hay
afán de cambio bastante drástico en una parte de la ciudadanía, aunque algunos
comentaristas nos hayamos empeñado -yo, al menos, entono el 'mea culpa'-en
percibirlo solo a medias. Y creo que, al menos, los socialistas, con la
elegante renuncia de
Rubalcaba tras el (merecido) desastre y tras la valiente
admisión de una derrota 'sin paliativos' por parte de Elena Valenciano, han
comenzado a entender un mensaje que no parece calar, aún, en las filas del
'victorioso' PP. Ni en las de IU o en las de UPyD, fuerzas emergentes cuyas
primeras reacciones de 'contento', lo confieso, me han dejado algo frío.
Claro
que no comparto ni ideario, ni tácticas, ni estrategia con 'Podemos'. Pero algo
está ocurriendo cuando millones de votantes abandonan a sus formaciones
'tradicionales' y se lanzan o a la abstención o a soluciones 'menores' y no
probadas ni contrastadas. Hay mucha gente que quiere pegar una patada en las
espinillas del poder establecido y ven en Pablo Iglesias y su gente a alguien
capaz de propinarla. Lástima que la política de un país se haga votando 'a quien
más les duele' (ha ocurrido también en Cataluña). Lástima que nadie parezca
darse cuenta de ello en los ámbitos monclovitas. Lástima que la palabra
'regeneración' siga sin entenderse en su cabal significado y, como mucho, se
interprete como un 'vamos a echar' a los establecidos. Algo estamos haciendo
mal, muy mal, casi todos en esta era en la que los votos se ganan con ciento
cuarenta caracteres y mucho, mucho griterío y pocas ideas en algunos programas
de televisión.
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El blog de Fernando Jáuregui: 'Cenáculos y mentideros'>>