Lucía Franco
presenta en la madrileña Fundación March a Francisco Rico y
José-Carlos Mainer, dos grandes figuras de la filología hispánica.
El acto convoca al público con el atractivo título de
"Autobiografía intelectual: Francisco Rico", que evoca el
"Deluxe" de Telecinco,
el programa de corazón y sexo
presentado con tanto éxito por Jorge Javier Vázquez, licenciado en
filología románica por una universidad barcelonesa y, por tanto,
quizá alumno de Rico.
A la manera en que Bárbara Rey cuenta sus
amores en "Deluxe", Rico le abre su corazón a su entrevistador
Mainer, que, en este caso, sí fue con seguridad alumno de Rico en
Barcelona. Mainer, catedrático emérito de la universidad de
Zaragoza, deja claro desde el principio que es un entrevistador con
mando en plaza y abre su intervención con una pincelada sobre la
trayectoria profesional de Rico.
El
catedrático emérito de la Universidad Autónoma de Barcelona y
miembro de la Real Academia Española Francisco Rico estudió
ciencias en el bachillerato. En el preuniversitario se matriculó en
letras y luego se licenció en periodismo, carrera que llegó a
ejercer trabajando algunos meses en ABC. A los 20 años devoraba
febrilmente cuantos textos le salían al paso y, para él, por esas
fechas, eran equivalentes un poema de Garcilaso, una crónica de
periódico, las páginas de una novela o cualquier otro texto que le
saliera al paso. Esta fiebre lectora de cualquier papel que se
encontrara la comparte con Cervantes, otro devorador de incluso los
papeles que pudiera encontrarse en la calle. Rico dirigió la
soberbia edición del
Quijote para el Instituto Cervantes.
Pero, un buen día, como san Pablo - tan finamente satirizado por
Nietzsche - en su viaje a Damasco, Rico se cayó del caballo de la
lectura indiscriminada al leer el maravilloso libro
Poesía
española. Ensayo de métodos y límites estilísticos (1950)
de Dámaso Alonso, que lo condujo al terreno de la filología. El
libro de Alonso lo llevó a leer a los poetas del Siglo de Oro
estudiados en este libro. Y, a partir de ahí, Rico se hizo lector -
en primer lugar - de estudios filológicos que - en segundo lugar -
lo conducían a los poetas y narradores
estudiados por los
filólogos. Con estas lecturas Rico terminó instalándose en la
literatura medieval - su cátedra es de Literaturas Hispánicas
Medievales - y estudió con ahínco la poesía y la obra en prosa
del italiano Petrarca, nacido en Arezzo en 1304. ¿Estaba enamorado
Rico de la obra de Petrarca, el poeta que más influyó en la poesía
europea durante más de tres siglos, en su primera juventud cuando
escribió sobre este autor cientos de páginas que hoy podemos leer
en
www.otiacumpetrarca.com?
Probablemente, sí. Pero ahora que Rico anda por su tercera juventud
echa pestes contra Petrarca. En este punto, coincide con la excelente
italianista Angelica Valentinetti, profesora titular de la
universidad de Sevilla, que no siente demasiada simpatía por
Petrarca y que, en cambio, siente veneración por Dante. Estas
simpatías y antipatías de lectores por los autores leídos debemos
tomárnoslas con relatividad y humor.
Jaime
Gil de Biedma definió a Rico como "anima naturaliter literaria"
("espíritu literario por naturaleza"). Es vehemente y, con
frecuencia, impertinente. Ahora que Facebook a todos nos convierte en
amigos, Francisco Rico es el hombre antifacebook: su sueño no es
lograr amigos sino hacerse enemigos. Y, como no puede reprimirse sus
maldades, atacó - eso sí, con salvaje humor -, por ejemplo, a
Javier Cercas, antiguo alumno suyo y hoy novelista de gran éxito y a
Tachia, pareja del poeta Blas de Otero y luego novia también de
Gabriel García Márquez. Es seguro que Rico, tras soltar sus pullas,
esa noche durmió muy bien. Como para tantos niños de hoy su ídolo
es Cristiano Ronaldo, Francisco Rico declaró que su ídolo había
sido el ingeniero y escritor Juan Benet, otro hijo del novelista
estadounidense Faulkner y también gran aficionado - me refiero a
Benet - a soltar estimulantes pullitas.
El
equipo rayó en la Fundación March al más alto nivel. La
presentadora Lucía Franco leyó fantásticamente un texto tan bueno
como breve. ¡Qué saludable sería que el excelente editor Basilio
Rodríguez Cañada la tomara como modelo y así abreviara sus
intervenciones - tres o cuatro por semana - en las presentaciones
de sus libros del Grupo Editorial Sial Pigmalíón! "Basilio, / si
no abrevias / ahora mismo me exilio". Y lo digo porque mañana
martes, a las 19 horas, Alicia García Olbés, Manuel Camacho,
Rodríguez Cañada y el arriba firmante
presentamos en Madrid la
novela
La conspiración del 23F,
de María
Gracia, en la madrileña Fundación Universitaria Europea (C/
Alcalá, 93). ¿Visitará el gran Basilio la web www.march.es
donde puede ver y escuchar
a Franco - "lo bueno, si breve, dos veces bueno" -, Mainer y
Rico? Merece mucho la pena ver y escuchar "Autobiografía
intelectual: Francisco Rico".
José-Carlos
Mainer irradió la sabiduría de, entre otros, su maravilloso libro
La Edad de Plata (1902-1939), que
no debe faltar en ninguna biblioteca.
Francisco
Rico estuvo muy brillante, con buen control del tiempo y, en algunos
momentos, emuló a Quevedo en sus picotazos a las víctimas. No
olvidemos que todos - incluso los más santos: hasta el mismo
papa Francisco I fue portero de discoteca y, por tanto, entonces no
podía ser un angelito - somos nietos de chimpancés y, en
ocasiones, disfrutamos machacando a nuestros hermanos. Pero el
diálogo entre Rico y Mainer, salvo esporádicas pullas, fue sobre
todo tan profundo como amable.