Europeas: ¿a quién votamos?
domingo 11 de mayo de 2014, 16:18h
No hagan caso a quienes les dicen que estas
elecciones europeas no son importantes ni tampoco a los que quieren que se usen
como un castigo al PP por su política. Tampoco a los que proponen un voto de
castigo al PSOE porque estamos como estamos por su culpa. O a quienes dicen que
hay que darles una patada en el trasero a los dos grandes votando a los
pequeños. No hagan caso a quienes les dicen que Europa no es importante, porque
no es verdad. Las decisiones que se van a tomar en el Parlamento Europeo en
Bruselas o Estrasburgo y en la sede de la Unión Europea se van a convertir en
normas aplicables a los ciudadanos españoles sí o sí. El derecho europeo será
derecho español en poco tiempo. Por eso es importante que los eurodiputados
españoles tengan peso en Bruselas y que defiendan los intereses de todos los
ciudadanos españoles, porque de otra forma podemos salir muy perjudicados.
Europa no es el enemigo sino la solución. Europa no
es el problema sino el futuro. Todos deben tomar nota porque los que se queden
fuera, estarán en el limbo. Y gracias a Europa, España ha podido construir en
las últimas tres décadas un país moderno, con buenas infraestructuras y
con capacidad de futuro. El hundimiento
no ha sido culpa de Europa sino de nuestros gobernantes. Esos que todavía no
han pedido perdón.
Dicho eso, la campaña electoral está discurriendo
por caminos que incitan a todo menos a votarles y que pueden conseguir lo
contrario de lo que persigue, que los ciudadanos vayan a votar. El PP tiene un buen cabeza de lista, pero
afirmaciones como las de García Margallo de que van a aplastar a los pequeños,
sólo se puede explicar por la soberbia de los líderes. Ya lo están haciendo con
las instituciones sociales a las que no oyen ni escuchan. La del PSOE está más
cerca de una campaña a delegado de curso en la Universidad que de otra cosa. Si
Izquierda Unida es la esperanza de Europa, con todos los respetos, apaga y
vámonos. Y los pequeños partidos apenas van
a tener una presencia testimonial, unos, y de resta de votos, otros.
Nada.
Por eso, todos los partidos van a tener que hacer
algo más, mucho más si quieren mi voto y, supongo, el de millones de
ciudadanos. Un cincuenta o un sesenta por ciento de abstención o de votos en
blanco -esto es siempre mejor que no acudir a votar- debería ser una seria llamada
de atención a los políticos. De momento mi voto está en blanco y no hay
pronósticos de que vaya a cambiar fácilmente. Me tiene que convencer alguien.