Ya estamos oficialmente en campaña electoral para elegir a 54
parlamentarios que se sentarán en el Parlamento europeo. El interés de
los españoles por estos comicios es mínimo. Dice el CIS que existe un
43% de ciudadanos con dudas sobre sí acudir o no a las urnas! y que la
mitad aún no sabe a quien va a votar. Se piensa que ganará el PP pero se
expresan más simpatías hacia el PSOE. Y entre los dos grandes partidos
puede que se repartan entre 38 y 40 escaños, dejando para el resto
catorce o quince. si se cumplen esos datos sociológicos el bipartidismo
seguirá vivo y muy vivo por mas que les pese a las demás fuerzas
políticas.
El cansancio y las dudas de los ciudadanos hacia todos los partidos es
patente, con dudas crecientes acerca de nuestra pertenencia a la Unión
Europea y al papel que España juega en ese concierto de intereses
encontrados. El escepticismo no es patrimonio nuestro, es verdad, ya que
aparece de la misma forma en Francia, en Italia, en Gran Bretaña y
hasta en la poderosa y líder Alemania. La moneda única no nos ha llevado
a la Europa única y las sociedades se preguntan con razón si no
estarían mejor con la situación anterior a la puesta en marcha del euro.
En nuestro país estamos viendo muy pocos mensajes europeos y mucha hiel
interna, muchos ataques entre los adversarios con la mirada puesta en el
año 2015, en el que de verdad la mayoría se jugará sus puestos, y en
los equilibrios internos de sus respectivas formaciones. PP y PSOE
quieren ganar aunque sea por un sólo voto ya que su mensaje del día
siguiente cambiará de forma radical: los populares mantendrán que siguen
siendo la primera fuerza política del país y que sus medidas económicas
están dando resultado y están siendo entendidas por la mayoría de la
población; mientras que los socialistas necesitan esa victoria para
respaldar su tesis de que se están recuperando frente a la derecha y que
las elecciones primarias para elegir candidato de las futuras generales
y de cada una de las autonomías y municipios puede esperar hasta
noviembre.
No veremos lo que, sin lugar a dudas, deberíamos ver por el bien de
todos: a unos partidos y a unos políticos peleando por el puesto pero
unidos en un programa de mínimos que nos defendiera frente al resto de
los países, que no nos van a regalar nada, que van a competir con
nosotros en todos y cada uno de los sectores empresariales y
financieros, que se van a mostrar dispuestos a cualquier maniobra para
colocar a sus " representantes" en los organismos de control que van
desde el Parlamento al Banco Central, y que se empeñan con contumacia en
recordarnos que estamos bajo vigilancia y que debemos continuar y
ahondar en unas reformas que han demostrado que son incapaces de crear
empleo en España en la cantidad, calidad y rapidez que necesitamos.
Mariano Rajoy no se juega mucho. Es verdad que la victoria de sus
colores le daría mayor tranquilidad para defender en el exterior sus
reformas e incluso para oponerse " levemente" al calendario que insisten
en imponernos, pero controla internamente al Partido Popular y su
capacidad para mantener o modificar la composición del Gabinete es
total. Ni
Aznar, ni
Aguirre, ni ningún otro dirigente popular puede
cuestionar su liderazgo, y salvó una hecatombe en las urnas que no
parece posible, podrá controlar las listas y los procesos internos de
selección de cara a las elecciones autonómicas y municipales del próximo
mayo con el apoyo mutuo que ha mostrado con
María Dolores Cospedal.
Un caso totalmente diferente es el de
Alfredo Pérez Rubalcaba. El
secretario general del PSOE necesita que
Elena Valenciano, su número dos
gane, por la mínima pero que gane. Las aguas internas están en un
remanso pero se volverán bravas si los socialistas ven que no avanzan,
que no recuperan posiciones y que desde UPyD, por un lado, y desde
Izquierda Unida por otro, tanto
Rosa Díez como
Cayo Lara se aprovechan
de su falta de consistencia programática y les comen terreno.
En el lado nacionalista CiU y PNV se juegan su futuro de referéndums y
propuestas soberanistas, más el presidente catalán que el presidente
vasco, ya que a sus problemas de gobierno
Artur Más tiene que unir la
segura subida de ERC, lo que le valdrá a
Oriol Junqueras para presionar a
su socio de gobierno de cara a ese noviembre que ambos pusieron como
meta y reivindicación independentista. A nivel de representación su peso
será siempre pequeño ya que estamos hablando de conseguir dos o tres
representantes en la Cámara de Estrasburgo, pequeño botín para tanto
ruido como están haciendo en sus respectivos territorios, presos de ese
contrasentido de querer estar en Europa como " enanos" en lugar de
pelear por fortalecer egoístamente su posición dentro de España en ese
tablero de ajedrez en el que lo primero es poder sentarse con todas las
fichas.
Sea cual sea el resultado deberemos confiar y esperar a que en algún
momento nuestros políticos, lo que se vayan a Europa y los que se queden
en España, piensen en términos de estado y de país y se apoyen
mutuamente en los fotos comunitarios. Va a ser difícil o muy difícil ya
que para la desgracia de los demás, de nosotros los ciudadanos, a la
vuelta del veranos y apenas digeridos los resultados del 25 de mayo,
comenzarán las dos largas carreras de los comicios que ya se asoman en
el 2015. Muchas listas, muchos intereses personales, muchas envidias y
muchas venganzas que están esperando en la orilla de ese camino
inacabable e infinito que es la política con minúsculas.