Pero
¿dónde están nuestros estadistas europeos? Porque he observado un
clamoroso eurosilencio mientras las cosas empeoraban, el pasado fin de
semana, al Este de Europa. En esa Ucrania que se ha convertido en un
barril de pólvora peligrosísimo para todos y cada uno de los ciudadanos
de la UE. Silencio también, atronado por cosas banales, mientras el
secretario general de la OTAN,
Rasmussen, advertía muy seriamente al
Kremlin contra cualquier nueva tentación invasora tras lo de Crimea,
invasión que ha quedado, por cierto, impune. Nadie diría que estamos a
poco más de un mes de unas elecciones europeas en las que tanto hay en
juego. Los candidatos principales, el conservador
Juncker y el
socialdemócrata
Schulz, lanzados a decir nada o casi nada en la
precampaña, precisamente en unos momentos en los que el futuro estatus
del Viejo Continente está literalmente en peligro, tanto por el Este,
con el zar ruso actuando placer, como por el Sur, con la irrupción de
inmigrantes subsaharianos. Y, por lo que respecta a los candidatos
españoles, qué quiere usted que le diga: que estamos como siempre.
Escuchando
los rifirrafes de la precampaña, incluyendo el estreno del finalmente
'revelado' candidato 'popular',
Miguel Arias Cañete, uno tendría la
sensación de que estamos ante unas elecciones municipales -ni siquiera
generales-, más que ante unos comicios europeos que, ya digo, se
celebran en momentos muy peliagudos para una Europa a la que Rusia
incluso se permite amenazar con un corte del suministro de gas. No he
escuchado a candidato alguno, ni 'popular', ni socialista, ni de
cualquier otro partido, referirse a esta potencialmente angustiosa
cuestión, que sin duda afectaría no poco a una España que es de los
pocos estados europeos que no depende demasiado del gas ruso: por eso
mismo, nuestro país y sus gasoductos desde Argelia adquirirían una
importancia estratégica vital para Alemania y los centroeuropeos en
general en el caso de que la situación del suministro se agravase.
Pues
de esto, ni mú en la precampaña. A cambio, la palabrería de siempre, el
'y tú más' de siempre, impropio, creo, de dos figuras elegantes y de
talla como Arias y Valenciano, dos personajes que, lamentablemente, han
sido designados por los 'aparatos' de sus partidos (más bien por los
jefes máximos) y no, como hubiese sido deseable, elegidos en unas
primarias.
Puede
que los futuros eurodiputados, españoles o no, crean que van a poder
mantener el confortable 'status quo' culiparlante en Estrasburgo y
Bruselas durante los próximos cuatro años, y por eso actúan como si nada
estuviese ocurriendo un poco más allá de las fronteras del Imperio
romano. Pero el Imperio, ay, parece haber comenzado a tambalearse. Y
puede que el europarlamento, como la eurocomisión, como todo aquello que
sustenta a la satisfecha eurocracia, ya no vayan a ser lo que hasta
ahora han venido siendo. Pero, claro, se trata de que nadie pueda llegar
siquiera a sospecharlo en este mundo presuntamente feliz y quizá por
eso se hacen las precampañas, las campañas, los vídeos y los mítines que
se hacen. De lo peor, porque dan la espalda a una realidad que resulta
ser, como casi todas las realidades, no demasiado agradable.
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