Confieso que no frecuento las llamadas Salas alternativas" de teatro. No es prejuicio, no es prevención, no es nada, pero hace más de 10 años que fui a la última. Y, en concreto, en la "Cuarta Pared" (cerca de Embajadores, en la calle Ercilla, 11) estuve hace ya más de 20 años. No guardo mal recuerdo, ni mucho menos, de la obra que vi, pero he tenido la suerte de asistir a la última representación en este local de "Magia Café", escrita y dirigida por Paloma Pedrero, a quien da vida en el escenario su troupe de Caídos del Cielo. Y prometo públicamente reparar este pecado como espectador. De aquí en adelante asistiré con frecuencia.
Y prometo públicamente reparar este pecado como espectador. De aquí en adelante asistiré con frecuencia. El responsable de mi cambio de orientación, de tendencia a asistir casi exclusivamente a las salas"grandes" del teatro madrileño, tiene nombre y apellido y comparte conmigo páginas electrónicas y pasión por el teatro: Emilio Martínez. Él fue quien me sugirió que no debía perderme "Magia café". Una delicia, una verdadera delicia, de esas que hacen época y te marcan una muesca en el tejido del corazón y del recuerdo. Si tuviera que quedarme con una sola palabra para definir la obra, el término más preciso sería emoción.
Casi dos horas repletas de teatro, teatro de verdad, hecho con la piel, con las vísceras, con el alma y, en su mayor parte, por unos actores como la copa de un pino, a quienes -al menos en esta ocasión- no cuesta mucho hacer de sí mismos. Se trata, salvo en unos cuantos casos, de personajes rescatados del duro y frío asfalto de la ciudad, de hombres y mujeres inadaptados socialmente a quienes la feliz idea y el trabajo arduo y desinteresado de Paloma Pedrero y su amor por el teatro, les ha hecho encontrarse de nuevo a sí mismos y, en la mayor parte de los casos, volver al seno de una sociedad que abandonaron o que fueron desplazados por ella.
Los nombres de todos los actores merecen ocupar un lugar bien definido en nuestro recuerdo. Les emplazo a que acudan a la función sin información previa y a que se atrevan a descubrir quiénes de ellos son actores profesionales y quienes no: Ángela Arredondo, Julián Asenjo, Jesús Bermejo, Diego Ruiz, Santiago Hernández, José Carlos Illanes, Rafa Martyn, Carolina Nevado, Paula Noviel, Esperanza Pedreño, Bernardo Riaza, Pilar Rodríguez, Antonio Romea, Ari Saavedra y Germán Torres.
Hace algunas semanas escribía en un artículo que titulaba "Proscritos" acerca de la necesidad de buscar soluciones concretas e imaginativas para dar la vuelta a la situación de centenares, miles de personas que todos nos encontramos a diario tiradas en nuestras calles y plazas La iniciativa de Caídos del Cielo es, sin duda, una de las más eficaces, y no hay más que asistir a "Magia café" para verlo. Aquí no hay verborrea sino pruebas de esa eficacia del teatro como vía de transformación social.
La soledad, lo peor
El argumento de "Magia café" puede contarse en dos palabras: Tres mujeres (Magia, a quien da vida Esperanza Pedreño, Frida -Ari Saavedra- y Amparillo -Carolina Nevado-) okupan una antigua guardería situada en un parque e instalan un café para personas sin hogar. Allí "harán teatro de sus vidas. Convertirán su dolor en canto, baile o improvisaciones teatrales. Desde allí lucharán para recobrar la confianza y la dignidad robada".
Lo que es imposible adivinar con esta síntesis del argumento es el raudal de emociones, de vida, que se encierran en las casi dos horas de representación, que sintetiza el duro trabajo de meses y meses de ensayos, de preparación de la escenografía. Todo sucede en un escenario casi vacío, con cuatro trastos que aparecen o desaparecen, según convenga en cada escena, y con pocas cosas más, como la misma directora y autora de la obra cuenta en el vídeo de MDCTV, la tele de Diariocrítico.
Y cual confesaba a la revista digital "Culturamas" hace solo unos días "Está hecho todo por voluntarios, desde la dirección al vestuario, y con el apoyo de la Fundación Coca-Cola: cinco mil euros que hemos gastado en bonos transporte para los chicos y las cuatro cosas que hay en el escenario, casi todo de los chinos". Revisen, consulten, pregunten, miren, y no dejen de asistir allá donde se vuelva a representar "Magia café" si quieren reconciliarse con el teatro y -lo que es mucho más importante- con la condición humana porque, como dice muy bien uno de los personajes de esta obra, lo más duro de la indigencia no es estar sin techo, sino la soledad.