Management español: fuera complejos
martes 11 de marzo de 2014, 11:34h
Con pocas excepciones, la idiosincrasia española se inclina con
frecuencia a sublimar lo foráneo sin apreciar lo cercano. Entre las excepciones
se cuentan, desde hace tiempo, el fútbol y más recientemente el tenis o la
gastronomía.
El enfermizo modo con el que tradicionalmente juzgamos lo propio
viene de lejos. Se contaba ya en el siglo XIX la siguiente anécdota: si oyes a
alguien criticar a Francia, seguro que es un británico; si alguien critica a
Gran Bretaña, seguro que es un francés; si escuchas despotricar contra España, ¡seguro
que es un español...! Mientras que un anglosajón ensalza a piratas depredadores
que no fueron sino bucaneros, un español desdeña, en parte por ignorancia, las
hazañas de sus ancestros.
No sin esfuerzo, en algunos ámbitos va superándose esa visión
negativa, tan perjudicial como heredera de una corrosiva envidia de cultivo
autóctono. Así, empresas de ingeniería, de energía, de telecomunicación o
sectores como el de los trasplantes de órganos, el turismo o el agroalimentario han superado al menos
parcialmente la lamentable patología de ensalzar lo foráneo y denigrar lo
propio.
Entre las ciencias que, gracias a determinados autores, están
siendo capaces de superar ese patológico modo de ver la realidad se encuentra
la del gobierno de personas y organizaciones, más conocida por su denominación inglesa:
Management.
Por curioso que resulte, los primeros intentos de formalizar esa
ciencia no se produjeron ni en Alemania ni en Estados Unidos, sino en España.
Fue ¡en febrero de 1828! cuando se oficializa por primera vez la formación de
directivos y empresarios. Reinaba Fernando VII cuando la primera Escuela de
Comercio fue inaugurada en su honor. Esas instituciones, muchas decenas de años
antes de que Wharton o Stanford existiesen, se esforzaban por formar en la
teoría y la práctica de los negocios.
Dando un salto en el tiempo, y soslayando el atraso que en la
formación de directivos se produjo en España a finales del siglo XIX y
comienzos del XX, como consecuencia de nefastas políticas, en el año 2000
aparece por primera vez un artículo en prensa (en concreto en Expansión)
en el que se reivindica la aportación de autores españoles en el panorama
internacional del Management.
Poco después, el profesor José Luis García Ruiz (Universidad
Complutense de Madrid) publicó una obra cuyo título fue: Grandes creadores
en la historia del Management (Ariel). Entre ellos incluía a una quincena de
autores españoles. Luego llegaría otra magna investigación. En este caso el
autor fue Francisco Alcaide (Universidad Autónoma de Madrid): Who's who en
el management español (Interban). Desde entonces se han sucedido publicaciones
muy dispares -Forjadores de líderes (LID), En clave de talento
(LID), etc.- que analizan desde diversos ángulos a los mejores profesionales
dedicados a contribuir con fundamento y solidez a la mejora de las
organizaciones, tanto públicas como privadas.
Como siempre sucede, quienes no conocen con detalle un sector confunden
churras con merinas. Así, se mezclan nombres de pensadores con expertos en
autoayuda, que poco más pueden ofrecer que un discurso estandarizado y muchas
veces ayuno de ciencia. Pero el tiempo, como siempre, sirve de filtro para
distinguir la ganga del oro. Combinar deportistas o entrenadores de momentáneo
éxito con ponentes simpáticos pero de magro contenido, y con quienes realmente
aportan, es como confundir el Ritz o el Marbella Club con una pensión de carretera.
Algunos lo hacen... y así les va en sus organizaciones.
En las quinielas de los más profundos siempre aparecen algunos:
Javier Fernández Aguado, José Aguilar, Marcos Urarte, Luis Huete, Nuria
Chinchilla, Enrique Sueiro, Luis Galindo, José Manuel Casado, Eugenio de
Andrés, Joaquín Oset... (También figuraba en ocasiones el recientemente fallecido
Enrique Alcat o el prematuramente desaparecido José Antonio Pérez López). Las
organizaciones más avezadas cuentan con ellos como los mejores asesores, sin
necesidad de buscar allende nuestras fronteras.
Clásicos no son los antiguos, sino quienes superan el inexorable
juicio del tiempo. Me atrevo a asegurar que los anteriormente citados, estén
vivos o muertos, figurarán en el futuro en los libros que a nivel mundial se
escriban sobre Management.
Si en ocasiones sus nombres no figuran en los listados que
realizan en el mundo anglosajón se debe a la crasa ignorancia de quienes confeccionan
esos elencos. Entre otros motivos, porque muchos de los pensadores aquí citados
se baten el cobre por el mundo con las primeras espadas norteamericanas. Tres
ejemplos: José Aguilar ha dado conferencias en foros donde poco antes lo había
hecho Senge, y con mejor valoración. Luis Huete ha sido facilitador en comités
de dirección de numerosos países. Javier Fernández Aguado ha debatido
públicamente con David Norton (co creador del Balance Scorecard) o con John
Alexander (presidente del centro de liderazgo de EE.UU.) obteniendo en ambos
casos los parabienes de cientos de directivos presentes.
No resulta ajeno a lo expuesto el prestigio reconocido de la
enseñanza del Management en nuestro país, ni la creciente internacionalización
y aprecio de directivos españoles ejercientes en el mundo.
Como a veces sucede, el talento español es antes reconocido fuera
que en la propia tierra. Con todo, al igual que sucediera con Unamuno, Julián
Marías o Xavier Zubiri, dentro de algún tiempo nuestros mejores pensadores del
Management recibirán el reconocimiento público que muchos ya les tributan en
privado. En este campo, como en otros, los españoles deberíamos perder ese
complejo de inferioridad que tantas veces nos atenaza.
Carlos de Benito
Director Nebrija Business School - Vicedecano Facultad Ciencias
Sociales
Universidad Antonio de Nebrija