Lecciones de Albert Boadella y Arturo Fernández
lunes 03 de marzo de 2014, 06:53h
Para
muchos espectadores... digamos, del teatro serio, Arturo
Fernández no era exactamente
un actor (Arturo
siempre ha hecho de Arturo,
se decían). Ahora, después de interpretar por vez primera al mito
del Tenorio
en un montaje escrito y dirigido por Albert Boadella en los
Teatros del Canal, seguro que ya no piensan lo mismo.
Albert
Boadella es, posiblemente, el
intelectual vivo más libre y comprometido del panorama cultural
español. Nunca deja de sorprender a propios y extraños con un
triple, cuádruple y hasta quíntuple salto mortal. A priori, nada
más lejano, incluso dentro del teatro, que Albert
y Arturo
o, como el mismo autor catalán dijo en una entrevista días
antes del estreno de "Ensayando Don Juan", la mismísima Lina
Morgan ("desgraciadamente,
a Lina ya he llegado tarde...."-).
Existe
en este país un tufillo intelectualoide que, en ciertas
élites, provoca un desprecio casi olímpico por todos aquellos
actores o directores que no saltan a interpretar o dirigir
obras de Pirandello,
Valle Inclán,
Ibsen
o Tennessee Williams,
pongamos por caso. Si no han ido mucho más allá de Arniches,
Jardiel,
Mihura
o los Álvarez Quintero,
son percibidos como populacheros, como artistas (en el mejor de
los casos) de segundo nivel.
Prejuicios Boadella,
como es obvio, cómico y provocador, desde hace ya más de 50
años, ha sido siempre asimilado sin duda, al primer grupo de
artistas, mientras que Arturo
Fernández lo ha sido
dentro del segundo. Ambos, sin embargo, tienen una cosa en común:
siempre han hecho lo que les ha dado la gana y, además, mejor o
peor, han sabido vivir de ello.
Todo
esto, sin embargo, tanto al autor y director teatral como al
actor asturiano les ha traído siempre al pairo porque nunca se
han casado con nadie. Boadella, en unas épocas ha sido molesto al
nacionalismo español, como ahora lo es al catalán; en otras, a
la Iglesia, al Ejército, al Opus, a los Pujol,
a Josep Pla,
a los cocineros de la nueva cocina española, a los snobs o a la
madre que parió a todos ellos. Ahora, además, ha querido burlarse
de todos aquellos que no han sabido respetar que un hombre,
Arturo Fernández,
no es posible que se haya mantenido sobre los escenarios durante
tantos decenios sin ser un actor como la copa de un pino. A sus
85 años, a Arturo Fernández le ha venido la oportunidad de
demostrarlo, y de salir con matrícula de honor en el empeño.
Si
a nadie le extraña que películas como "Casablanca" o "La
lista de Schindler", por poner solo dos ejemplos de los cientos
que podríamos traer aquí a colación, son tan aceptadas y
veneradas como merecen tanto por espectadores letrados como
iletrados, ¿por qué no puede suceder lo mismo en el mundo del
teatro? ¿Acaso no es posible dar vida al "Otelo" de
Shakespeare
al tiempo que a "La venganza de Don Mendo", de Pedro
Muñoz Seca? Aunque haya una
distancia literaria tan grande entre uno y otro autor, un mismo
director puede hacer dos versiones brillantes e interpretadas
por un mismo actor, aunque se trate de obras tan distintas y tan
distantes, y que puedan llegar a ser referentes en la memoria de
los espectadores que hayan podido acudir a sus representaciones.
Fuera juicios previos, fuera
prejuicios, y vivan hombres tan valientes como Albert
Boadella y Arturo
Fernández, que han sabido dar
en el blanco con una apuesta tan sorprendente como atrevida, y
con un resultado tan magnífico. Si pueden, aquí o allá, no dejen
de ver al actor y al director que, a priori, podían ser tan
distintos, y que, después de juntarse en este "Ensayando Don
Juan", basada
en una versión de Eduardo
Galán sobre la obra de José
Zorrilla,
han sabido hermanar dos genios tan distintos, unidos por la misma
profesionalidad. Y todo ello, junto a un excelente reparto en
donde los otros seis actores que dan vida a los distintos
personajes del "Don Juan Tenorio", superan con un notable muy
alto, que roza el sobresaliente, su paso por la escena de los
madrileños Teatros del Canal:
Sara Moraleda
(Doña Inés), Mona Martínez
(la vanguardista directora de la obra), Janfri
Topera, David
Boceta, Jesús
Teyssiere y Ricardo
Moya.
Columnista y crítico teatral
Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)
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