sábado 22 de febrero de 2014, 14:56h
En la España de Rajoy -y en la de Zapatero, y en la de Aznar y en la de Felipe...-
se sabía que había corrupción por arriba, de la que se beneficiaban no
solo los grandes partidos políticos, sino también algunos de sus
dirigentes, y ahora se sabe y se constata por la vía judicial lo que ya
se intuía: también hay corrupción por abajo, de la que se benefician
muchos alcaldes y concejales, así como sus partidos a nivel local, ya
que con ese tipo de prácticas también financian sus campañas electorales
locales y colocan a amigos y familiares en compañías proveedoras de las
instituciones y de los propios partidos.
Pagan
siempre los mismos: los contribuyentes. En el primer caso, con sus
impuestos, de los que salen los dineros de tantos 'modificados' que han
servido en bandeja la corrupción que conecta al poder con los grandes
constructores. Y en el segundo, no solo con impuestos locales, sino
también con tasas como las del agua o incluso los tickets del
aparcamiento, la tristemente famosa ORA. De este modo, las
concesionarias privadas de servicios públicos sirven de tapadera para
entregar dinero o regalos a políticos locales corruptos y también para
'ayudar' a los líderes locales a financiar sus campañas y emplear a sus
protegidos.
¿Son
todos los políticos corruptos? No. Muchos de ellos no lo son, pero
muchos otros sí. Y en tierra de nadie están los que no lo son sobre el
papel, porque ese tipo de misiones se las encomiendan a sus asesores:
hombres de paja que nombran al frente de sus gabinetes para imponerse a
los funcionarios públicos y cerrar los chanchullos, saltándose los
controles internos de la Administración. Ya decía el poeta y narrador
estadounidense Bukowski que la diferencia entre una democracia y
una dictadura consiste en que en la democracia puedes votar antes de
obedecer las órdenes.
¿Hay
remedio para este estado de cosas que ponen en peligro la democracia?
Por supuesto. La Justicia, que al fin está empezando a actuar, puede ser
un buen remedio, no solo porque penaliza a los infractores, sino porque
disuade a potenciales delincuentes agazapados en el poder. Pero hay más
remedios: legislar sobre la oscura financiación de los partidos,
suprimir los asesores para potenciar la figura de los funcionarios de
carrera y obligar al uso de tarjetas controladas para eliminar los
billetes de 500 euros. Otros dicen que estas cosas también tienen que
ver con la educación. Puede ser.
@J_L_Gomez
Fundador y editor de Mundiario, también es columnista de la agencia Europa Press. Tertuliano de TVG y Radio Galega, colabora en La Región. Dirigió Capital, Xornal y La Voz de Galicia. Ex director editorial de Grupo Zeta. Autor del libro Cómo salir de esta. Coeditor del Anuario del Foro Económico de Galicia.
Twitter: @J_L_Gomez
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