miércoles 19 de febrero de 2014, 08:05h
Las españolas tendrían que trabajar ochenta y cuatro días
más al año si quisieran tener la misma retribución que el hombre. Un dato tan
escalofriante como obsceno y cuya reflexión nos lleva a preguntarnos qué estamos
haciendo a favor de la igualdad.
Escuchar a Almudena Fontecha de la Unión General de Trabajadores
resumir el informe sobre la igualdad en España pone, ciertamente, los pelos de
punta. Una realidad que, lejos de corregirse, empeora.
Así, la ganancia media de las mujeres ha disminuido de tal
manera que la brecha, la desigualdad, la diferencia con la del varón, ha
aumentado hasta el punto de agrandarse la asimetría salarial entre ambos
géneros.
De esta manera podemos decir que la mujer cobra casi una cuarta
parte menos que el hombre para el mismo puesto de trabajo e idéntica antigüedad.
Una diferencia, como digo, que incluso ha aumentado en dos puntos el último
año.
Una cuestión que no se corrige con la mejor o peor formación.
Pensarán ustedes que, a mayor formación, menor desigualdad. Todo lo contrario:
las científicas y técnicas reciben un salario que es un 30% inferior al del
varón.
Tengo la convicción que, siguiendo el paradigma de
devaluación salarial que persigue el Gobierno de la Nación, la desigualdad es
un instrumento de política económica para alcanzar fines cuyos medios son
cuando menos espurios.
Así, la desigualdad es la consecuencia inequívoca de tensar
los salarios a la baja. Cuerda que se rompe por el lado más débil, por el menos
protegido, por el más vulnerable.
Por eso la devaluación salarial recae sobre todo en jóvenes
y en mujeres. Una devaluación que no fomenta nuestra competitividad, sino que
supone una transferencia de renta de los trabajadores a las empresas.
Y, como consecuencia de esta pérfida política, jóvenes,
mujeres o parados de larga duración, se ven expuestos a abusos y trampas,
chantajes y desprotección.
Por eso, sin incorporar otros motivos históricos, ésta es la
razón -es decir, la reforma laboral o la depreciación salarial-, por la que los
segmentos menos protegidos aumentan sus diferencias de renta y de derechos con
respecto a aquellos ya consolidados.
Por eso se agrava la desigualdad de la mujer. Aquella que
trabaja en las labores del hogar casi cinco horas diarias, frente a las dos del
varón. Aquella que tendría que trabajar, como digo, ochenta y cuatro días más
al año si quisiera igualar la retribución salarial de su compañero.
@AntonioMiguelC