lunes 03 de febrero de 2014, 10:09h
Tanto
el gobierno como la oposición se desgastan más por lo que no hacen que por lo
que hacen. Probablemente la opinión pública comprende que la gestión económica
del gobierno provoque sacrificios o que la crítica negativa de la oposición
provoque divisiones nocivas. Quienes hoy manejan los grandes problemas de la
vida colectiva española capean el temporal con sistemas antinaufragio, pero sin
una brújula que señale con precisión hacia donde navegamos, una vez que la
tempestad amaine. El rearme ideológico que se necesita no se llena con una
gestión más o menos acertada del momento sino con un proyecto de futuro. Si se
consigue reparar el casco de la nave del Estado se habrá realizado una labor
imprescindible y encomiable. Pero, después, nos preguntamos ¿Hacia qué modelo
de sociedad navegamos?.
La
política no es solo gestión coyuntural sino proyecto de futuro. Lo que
distancia a la sociedad de los políticos no se basa en que sean jóvenes o
viejos, en que tengan mejor o peor historial o en que sean más o menos
transparentes. La deficiencia más importante es que parecen personas más
preocupadas en cómo se hacen las cosas que en sobre qué cosas nuevas habría que
hacer para mejorar la convivencia de todos. Nadie se encuentra a gusto en el
paisaje actual y, por ello, hay una rebaja en la consideración de la política
que deriva de contemplar un panorama sucio, incierto y oscuro que no despierta
ilusiones ni esperanzas sino que se conforma con un ir tirando lo mejor posible
en tiempos de crisis económica pero olvidando la crisis antropológica que
subyace en el fondo. En resumen, da la impresión de que todos los
procedimientos operativos que se manejan no son para mejorar la sociedad sino
para conseguir que sobreviva tal cual es.
Vivimos
como cazadores sobre un mal país donde pueden utilizarse todo tipo de armas e
incumplirse toda clase de normas y donde la tentación más efectiva es que cada
uno se las arregle como pueda. Así como hay licencias de caza diferentes en
cada Comunidad Autónoma, así hay cazadores furtivos en todas. Pero lo que
faltan son políticos capaces de reorganizar el cotarro. El protagonismo de los
localismos es la consecuencia de la falta de pasión por una política general
que parece encarcelada en las covachuelas de unos partidos con agorafobia que
se distraen con sus propios problemas de personal. El cuestionamiento de los
liderazgos es un fenómeno alarmante en todas las tendencias y en todos los
niveles. Hay unas cabezas gestoras que obstruyen la dinámica natural de la vida
política en vez de estimularla y que utilizan todos los resortes para
mantenerse en la cúspide de unos aparatos burocráticos sin otra meta que
sobrenadar a toda costa. El ser humano, que es político por naturaleza, no
conecta con esos dirigentes sin aureola que se limitan a jugar a la estrategia
de mercado. Como no hay caminos abiertos para encontrar políticos auténticos ni
remover situaciones obsoletas, la opinión se decepciona, se desinteresa o se
revuelve, moviéndose al margen del guión economicista de unos ocupantes del
poder sin capacidad de comunicación emocional con sus bases.
Contra
lo que parece, la clase media, que es el sector más sensible a las ideas y el
más castigado por la gestión económica, no está despolitizada sino, sencillamente,
desencantada. Ciertos movimientos de grupos y personas, aún poco
significativos, deben valorarse como síntomas de que a los dirigentes de
mayorías que no hacen política propia se la hacen las minorías por su cuenta y
riesgo. Hace falta gente capaz de sentir la política apasionadamente para que
esta no se desmenuce y desperdicie en camarillas impotentes. La unidad nacional
y la unidad de las grandes alternativas de Gobierno no se fortalecen con la
sola justificación del presente sino caminando hacia un futuro en que sean
compatibles eficacia económica y justicia social. No basta con zurcir la ropa
averiada. Hay que ofrecer ropa nueva. La política no es un taller de
"retucherie" sino un taller de diseño.
Ex diputado y ex senador
Gabriel Elorriaga F. fue diputado y senador español por el Partido Popular. Fue director del gabinete de Manuel Fraga cuando éste era ministro de Información y Turismo. También participó en la fundación del partido Reforma Democrática. También ha escrito varios libros, tales como 'Así habló Don Quijote', 'Sed de Dios', 'Diktapenuria', 'La vocación política', 'Fraga y el eje de la transición' o 'Canalejas o el liberalismo social'.
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elorriagafernandezhotmailcom/18/18/26
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