¿Vuelve el
auge de la literatura erótica, incluso de la porno? ¿Con qué se puede
relacionar esta vuelta, si es que se da? ¿Se parecen en algo los períodos en
que arrasaba y el que se nos avecina?
La verdad es que sí hay señales de que la literatura erótica
está volviendo y pretende quedarse. Entendiendo por literatura erótica la que
tiene el relato de las prácticas sexuales como eje de la historia, y que hace,
con más o menos crudeza, y más o menos eficacia, una narración explicita de
ellas. El enorme éxito de ventas de la trilogía de E.L. James, Cincuenta sombras
de Grey, sus numerosas secuelas masivas, y el escándalo mediático de la
película que cuenta con bellezones como Dylan
Neal, Luke Grimes, o Eloise Mumford , y que copa las redes
sociales y la prensa concomitante -la de
cine, literatura y cotilleos- ya iban dando guiños. Pero hay más: por ejemplo,
Anagrama acaba de poner en los escaparates ¡Ponte,
mesita!, una novela corta de la francesa Anne Serre, en el que cuenta con ingenua perversidad muy
balthusiana, la conducta de una familia que, de verdad, es un poco rarita.....De
una rara libertad y una rara amoralidad, quiero decir. Y con esa cosa a un
tiempo inocente y.... agüita. Porque es bastante terrible, y se lee como si
nada.... Y no se la voy a contar, porque lo suyo es la literatura. O sea, leerla.
Y más aún: Tusquets recupera la que fue colección emblema de
la modernización española cuando la transición: la colección La Sonrisa
Vertical, que dirigió Luis G. Berlanga
el llorado director de cine y conocido erotófago, se renueva y se relanza,
aunque conserve, dicen sus editores, el logo (la sonrisa misma) y el color
rosado. Se relanza con la reedición de dos de sus títulos estrella, La última noche que pasé contigo de Mayra Montero , la excelente novelista
caribeña, (habrá alguna nueva de mi admirada Mayra?) y un clásico, La Venus de las pieles de Leopold von Sacher-Masoch, si, el que
dio nombre a esa rareza sexual que es el masoquismo, puesta de actualidad por
la película de Roman Polansky. Que siempre hace ruido, y con razón.
Y me pregunto: tiene algo qué ver este momento con el otro
de su auge en España, en la primera transición a la democracia? Entonces
formaba parte de una puesta al día, de una entrada en la normalidad, en la que
el índice de libros prohibidos por la Iglesia Católica tenía valor de ley
civil. (No crean que han desaparecido los "índices": entren a San Google y
comprueben con horror, como he hecho yo, las calificaciones morales -con
muchísimos prohibidos-, de los 65.000 títulos que cataloga en su propio índice
el Opus Dei....) Ahora son de consumo interno, claro. Y quizá por eso, y aunque
nunca dejaron de editarse y consumirse, lo hacían en más pequeñas diócesis......
¿Qué pasa ahora, entonces? ¿Cómo nos va a revolver -nos está revolviendo- esta
llegada de vuelta? ¿Con qué tiene qué ver la vuelta del erotismo, cuando el
"rearme moral" va obligando por vías oblicuas a la sociedad civil? Como
ejemplo, la propuesta de ley de Gallardón sobre el aborto. Osea, sobre su
repenalización.
Mira, no lo sé. Es verdad que ahora, como entonces, volvemos
a andar de "abajo firmantes", como las más de mil mujeres de la cultura que,
hasta ahora, hemos firmado un manifiesto en contra de esa ley. Que no es, desde
luego, el único que está circulando. Que si entonces íbamos a conquistar las
libertades, ahora vemos cómo las vamos perdiendo. Y que, seguramente, en estas
agonías, la lliteratura erótica pone algunas cosas en su sitio..... No lo sé, la
verdad. Pero ahí lo dejo, porque habrá que pensarlo. Esta, y otras cosas.