jueves 12 de diciembre de 2013, 10:04h
En
las cárceles españolas se hacinan 70.000 reclusos y, que yo sepa, entre tantos
internos no hay ningún cargo público relevante.
El
último que yo recuerdo que pasó seis años en la trena fue el ex alcalde de
Pego, Carlos Pascual, y no por
ningún caso de corrupción con el que se hubiese forrado, sino por un simple delito
ecológico. Lo que sucede es que Carlos Pascual, individuo populista,
independiente y fachoso, era tan odiado por el PP como por el PSOE, por lo que
no tuvo valedor político alguno que abogase por él.
No
es el caso, como se ve, de Hernández
Mateo, ex alcalde de Torrevieja, condenado a tres años de prisión por
prevaricación y falsedad documental y que ha agotado ya todos los recursos judiciales.
No sólo lo protegen gentes de su partido, sino que el Tribunal Superior de la
Comunidad Valenciana y el propio fiscal han decidido que no vaya a la cárcel
mientras el Gobierno tramita su indulto.
¡Toma
ya! ¿Con cuántos yonkis, mecheras, quinquis y otros delincuentes de menor
cuantía se muestran así de generosos nuestros tribunales? Con ninguno. Todos
los días conocemos casos de modestos delincuentes que por robar en un
supermercado o pasar unas papelinas ingresan en prisión y ven cómo en ella se
hunde su vida.
Tras
Hernández Mateo, también ha pedido que le indulten para no cumplir su condena
el ex presidente balear Jaume Matas.
Pues qué bien.
Si
uno está contra la institución del indulto gubernativo -¿para qué, si no, están
los tribunales de justicia?-, aun estoy más en desacuerdo con que sean los
políticos quienes indulten a políticos, en una obscena ceremonia de endogamia
criminal.
Puestas
así las cosas, mejor sería que los políticos no fuesen juzgados, cualesquiera
que fuesen sus delitos. Total, para que tras unos largos y costosos procesos
judiciales sean al final indultados... Al menos, nos ahorraríamos así, además del
consiguiente bochorno, el que los tribunales se colapsasen por casos y casos de
corrupción pendientes y se conseguiría que los ciudadanos de a pie pudiesen
recibir en tiempo y hora algo de la justicia que hasta ahora les tarda en
llegar.
Diplomado en la Universidad de Stanford, lleva escribiendo casi cuarenta años. Sus artículos han aparecido en la mayor parte de los diarios españoles, en la revista italiana Terzo Mondo y en el periódico Noticias del Mundo de Nueva York.
Entre otros cargos, ha sido director de El Periódico de Barcelona, El Adelanto de Salamanca, y la edición de ABC en la Comunidad Valenciana, así como director general de publicaciones del Grupo Zeta y asesor de varias empresas de comunicación.
En los últimos años, ha alternado sus colaboraciones en prensa, radio y televisión con la literatura, habiendo obtenido varios premios en ambas labores, entre ellos el nacional de periodismo gastronómico Álvaro Cunqueiro (2004), el de Novela Corta Ategua (2005) y el de periodismo social de la Comunidad Valenciana, Convivir (2006).
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