Generalitat: un congreso científica y políticamente tóxico
miércoles 11 de diciembre de 2013, 08:09h
En la presentación del controvertido simposio "España contra Cataluña,
una mirada histórica (1714-2014)", el director del Centro de Historia
Contemporánea, dependiente de la Generalitat, don Jaume Sobrequés, se defendía
de las acusaciones de sesgo y manipulación que ha suscitado el encuentro, con
la afirmación de que sus contenidos son completamente científicos.
Tal argumentación nos hace sospechar que quizás don Jaume no está muy
actualizado respecto a cómo se puede aplicar la noción de ciencia al conjunto
de las disciplinas humanas y sociales, tales como la historia. Porque tras la
crisis epistemológica del último tercio del siglo anterior, utilizar el
argumento de la cientificidad para defender la solidez de unos contenidos
cognitivos es muestra de debilidad y no de fortaleza. Como nos ha demostrado un
clásico como Giovanni Sartori, utilizar la idea de ciencia en este contexto
sólo puede hacerse como metáfora. Por eso Sartori habla de "ciencia blanda" al
referirse a este tipo de disciplinas (historia, ciencia política, sociología).
Claro, eso no quiere decir que sea válida la tesis opuesta del "todo vale"
metodológico, que han propuesto algunos postmodernos. Todavía es posible
distinguir la construcción de conocimiento mínimamente rigurosa de la que no lo
es. Pero, insisto, reaccionar a las críticas, como lo hace don Jaume, al estilo
decimonónico, acudiendo al argumento del cientifismo es cuando menos
sospechoso, cuando no contraproducente.
Ahora bien, para que la construcción de conocimiento tenga algo de
rigor, conviene tomar algunas precauciones metodológicas, como diría Bourdieu.
Una fundamental refiere a evitar el riesgo de la hipótesis instrumentalizada.
Suele dar muy mal resultado construir conocimiento a partir de premisas
externas, como lo es esa inocente intención, expuesta por don Jaume, de "hacer
cambiar de opinión a todos". Otra precaución elemental guarda relación con la
necesidad de evitar la parcialización: si tomamos sólo un determinado elemento
de la realidad social sin relacionarlo con su conjunto, eso sólo tendrá una
validez parcial respecto de la hipótesis. No voy a aburrir mencionando las
distintas precauciones metodológicas, como la de evitar la subjetivización del
proceso cognitivo, algo que está abrumadoramente presente en este encuentro. Pero
no parece arriesgado afirmar, a primera vista, que los organizadores del
encuentro no han estado particularmente preocupados por esas mínimas
precauciones metodológicas. Por eso me parece comprensible tener una primera
impresión como la del historiador John H. Elliot, de que el tal simposio "es un
disparate".
En realidad, si fuera simplemente una provocación académica, podrían
proponerse encuentros y estudios no menos interesantes. Uno, también referido a
1714, podría consistir en identificar las razones por las que se ha usado un
conflicto dinástico internacional como fuente de identidad nacionalista. Otro
simposio podría consistir en estudiar el apoyo decisivo de la burguesía
catalana a la preparación del golpe de estado franquista que dio inicio a la
guerra civil (un buen ejemplo de Cataluña contra España). También podría
hacerse un estudio interesante titulado: "Los charnegos: historia reciente de
las humillaciones sufridas por los emigrados en Cataluña". Y así hasta el
infinito. Si se trata de mostrar la capacidad de ofensa y otras caras oscuras
de cada comunidad, el catalanismo tiene tejado de vidrio. La pregunta de fondo
es si tiene sentido meterse en esa espiral de agravios, para ver quién es más
agraviante o agraviado, precisamente en estos momentos en que la sensatez
aconseja no poner trampas al dialogo necesario.
En todo caso, para bien o para mal, el mentado Congreso no tiene
intenciones académicas principalmente. Se monta pensando en su impacto
político, como don Jaume acepta sin ambages. Y al valorarlo como hecho político
la conclusión tampoco está clara. Quizás ha sido demasiado obvia la intención.
El caso es que parece dudoso que ahora el impacto del simposio vaya más allá de
los independentistas completamente convencidos. Y si eso fuera así, se habría
matado ad ovo el discurso cientifista y estaríamos entonces ante un verdadero
bumerán político, que se volvería contra la propia Generalitat. ¡Pobre Artur
Mas, que mal aconsejado está, científicamente hablando!