Hoy, viernes
29 de Noviembre, es el día de las librerías. Esos curiosos establecimientos en
los que se venden los libros, y algo más: la orientación, las preferencias, una
curiosa forma de relación. Y que, como todo, cambia con los tiempos. Hoy, la
mayoría de las negritas son para librerías.
En Francia,
el gobierno de Hollande ha decidido
protegerlas, económicamente, porque la comercialización por la red, la edición
"a demanda", y la crisis misma, las ha puesto en peligro de extinción. Así que
además del trato fiscal preferente al libro -la "excepcionalidad cultural" que
se inventó Jak Lang, qué tiempos
aquellos- dedica un pellizco del presupuesto a ese último tramo de la extensión
de la cultura escrita. Aquí las cosas son un poco distintas. Aunque la crisis
sea mucho más aguda -peliaguda, diría yo-, la venta por internet esté cada vez
más activa, y la edición rápida y de tirajes cortos sea cada vez más común,
esto de la cultura no parece una prioridad gubernamental.... Más bien, parece el enemigo principal, tal como nos
tratan. Así que las librerías se buscan la vida. O se mueren.
Para
empezar, y sin moverme de mi barrio, que es el de las Letras, de Madrid, casi
todas tienen su página web y venden on-line. Así que es una información
relevante que les voy a dar. Mi barrio
siempre ha sido zona de librerías y de restaurantes: no creas, es todavía un
barrio casta, en el que nos
conocemos, o mejor, nos reconocemos.
Pero iba de librerías: sin moverme de mi casa
está el imperio de Berrocal Libros
antiguos (http://www.berrocalibros.com/ ), que no sé si llamar librería. Rafael Berrocal, bajo cita, catálogo impreso -y precioso!- y en las
grandes ferias del libro "histórico", pone
a la disposición de los apasionados, libros verdaderamente antiguos, del XV al
XIX. Me han dicho que su colección de caza es muy muy curiosa. Y sin caminar
apenas una manzana, en Cervantes 10, Alcalá
del Olmo, libros - y sin web pero via www.iberlibro.com también on line- ofrece, esta vez a
la calle, libros "antiguos, agotados, raros y curiosos", más que nada,
literatura, pero plurilingüe.
Dando la
vuelta ya por la calle del León, en el 32, está Gulliver, que sí tiene web (www.librosgulliver.com) y que es de nuestro amigo Manolo Gulliver -lo siento, querido, tu librería te ha robado el
nombre!- y que está especializada en literatura, historia y arte contemporáneo.
Su relación con los artistas plásticos de su generación le permite estar a la
última, y si quieres algo de "vanguardias históricas", ni se te ocurra ir a
otro sitio.
Hasta aquí, algunas
librerías del segundo mercado, las
del libro antiguo y descatalogado, que caracterizaban al Barrio de las Letras, que
también están padeciendo la crisis -pese a lo verdaderamente cautivo de su mercado, lo minoritario,
que hasta se saben los nombres unos de otros y están al corriente de las piezas
cobradas por el otro- y que tal
parece que la venta on-line les está salvando la cara. No sé si éstas, tan
especiales, son las librerías que más respeto
dan al personal: pero sí sabemos que "lo" librería, aparecía como intimidador hasta que se escolarizó
España. Que hace bien poco.
Pero hay
otras estrategias para cumplir un papel complejo: ofrecer un poco más. El papel
del librero como orientador, como contertulio, como amigo al que conoces y te
conoce, no tiene precio, ni lo pide. (cfr. Héctor
Yánover, Memorias de un librero
contadas por él mismo, Anaya & Mario Muchnik 1994). La adaptación a los
tiempos y a la psicología de la crisis, se lo cobra: las librerías se
convierten en centros de a veces desenfrenada actividad cultural, sometidos los
libreros a horarios de 12 horas de tienda abierta, pero.... sarna con gusto, no
pica, e incluyo a los actores de esos actos, que no suelen cobrar un céntimo,
ni se pregunta. "Es que si no hacemos cosas, aquí no entra nadie, y no te
cuento de lo de comprar", me decía Claudio
Pérez-Miguez, que con Raúl Manrique
dirige ese complejo cultural -librería, galería, museo del escritor, editorial
artesanal- que es el Centro de Arte
moderno, de la calle Galileo 52 (http://www.centrodeartemoderno.net/).
Pero vuelvo
a mi barrio, en el que se cruzaron las vidas de Lope y de Cervantes, y de
Quevedo, y de tantos otros que fueron a dar a la mar de la fama y la gloria, y
otros que no. El escaparate de Desnivel
(http://www.libreriadesnivel.com/ Plaza Matute 6) me ha fascinado
desde que me mudé al barrio. Yo, que soy urbanita sedentaria pero con perro, me
he colgado muchas veces con su especialización: montaña, viajes y aventura. La
especialización, voy diciendo, es una de esas estrategias frente a la
globalización y a la crisis. Y los miércoles convocan a algún montañero internacionalmente
conocido que además escribe, en esa belleza de madera y vitrales que es la
librería. Y cuentan con su editorial. Lo del perro lo decía por el día que vi
en su escaparate el libro de Micaela de la Maza, Madrid con perro. Las 100 mejores
direcciones "perrunas", publicado desde su web www.SrPerro.com, y me di cuenta de que era esa chica
que, con su bici, su cámara al hombro, y Colega,
venía a ser un icono del barrio. Como nosotros mismos (ese señor de barba gris
que es escritor, con esa señora bajita y pelirroja, con un snauzer que se llama
Pibe). Observen, si entra en varias
web (o en una!) como las librerías se anuncian las unas a las otras. Se lo
pueden creer? Pues es verdad.
Es que
todavía hay quien piensa que uniéndose, se es más. Pero sigamos: La fugitiva (http://www.lafugitiva.es/) en la calle Santa Isabel 7, es un café-librería, con wifi y
con de todo, agradable, donde se puede leer (tipo biblioteca) y comprar, y
donde se convoca a escritores, críticos y concomitantes -músicos, directores de
cine, artistas plásticos....- con un ambiente reconfortantemente progresista.
Entren en la página, o mejor, en la librería-café. Y, aunque no tiene café, si
tiene un acuerdo con un restaurante-tasca al ladito, que me ha perecido el
colmo glorioso del unámonos a ver si vencemos: Sin tarima (http://www.sintarima.es/) y su hermana a punto de inaugurar, Con tarima, las dos librerías en la
calle Príncipe, una en la que hay, cómo decir, novedades, libros de bolsillo y
saldos (es decir, donde puedes encontrar libros imposibles de editoriales ya
desaparecidas, además de vinilos, revistas, en fin) y su hermana la nueva a
punto de inaugurar. Las dos anuncian un curioso acuerdo con Prada a Tope, el restaurante de la
conocida cadena castellana que está en la misma calle. Por cada 20 euros en
libros, un vino o cañita en el restaurante-bar; por cada comida o cena allí, un
5% de descuento en las librerías.... A mí me parece genial....
Pero me
estoy pasando de espacio, y mi amigo y jefe Fernando Jaúregui me va a reñir. Pero me estoy dejando amigos
libreros del barrio sin mencionar, y a los del resto de Madrid, igual que me
dejé en una gripe reincidente las lágrimas
de la semana pasada. Estoy rezando a los santos y santas de los virus para
que no me vuelva.
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