La violencia de género y las otras
viernes 29 de noviembre de 2013, 11:46h
Pasan
los años y la violencia contra las mujeres no cede. Y cada vez los
maltratadores y asesinos son más jóvenes.
Algo
habremos hecho mal.
Para
empezar, la tipificación de esas agresiones como violencia de género, es decir,
como barbarie específica y distintiva, les otorga una extraña justificación
ante los matarifes que las practican, como si fuesen algo inevitable e inherente
a su condición machista.
El
caso es que esa violencia, como todas, no es más que la opresión del fuerte
sobre el débil, el recurso a la brutalidad de quienes tienen más capacidad para
ejercerla. Así, la violencia doméstica suele ser masculina, a diferencia de
otras violencias más insidiosas de quienes utilizan su superioridad psicológica
para llevarlas a cabo.
Aunque
algunos parezcan no querer verlo, resulta más importante el sustantivo común a
todo tipo de barbarie ("violencia") que el adjetivo respectivo ("de género",
"escolar", "laboral", etcétera). Por eso, mientras la sociedad no desacredite toda
clase de violencia, ésta podrá encontrar siempre algún resquicio de
justificación para practicarla. ¿Acaso no se siguen realizando con total
impunidad crueles novatadas universitarias? Claro que acabaron ya las realizadas
durante la mili, pero sólo porque desapareció la conscripción forzosa de los
mozos.
Se
argüirá que no son comparables todas esas formas de violencia, ni siquiera la
creciente crueldad juvenil contra padres desvalidos ejercida por sus vástagos. Es
verdad. ¿Pero acaso no se aprecian en el bullying,
esa penosa mortificación adolescente a los compañeros de clase, claros indicios
de encontrarnos ante futuros maltratadores domésticos?
Dejo
el tema para educadores, psicólogos y demás profesionales de la conducta humana,
que tienen más conocimientos que un servidor para abordarlo. Pero uno cree que
si no se combate radicalmente la violencia existente en la familia, la escuela,
el ocio, los medios de comunicación... seguirán cultivándose a su amparo futuros
maltratadores de sus desgraciadas parejas.
A
lo mejor, en esa beligerancia de raíz contra el problema es donde, de verdad, se
encuentra su solución.
Diplomado en la Universidad de Stanford, lleva escribiendo casi cuarenta años. Sus artículos han aparecido en la mayor parte de los diarios españoles, en la revista italiana Terzo Mondo y en el periódico Noticias del Mundo de Nueva York.
Entre otros cargos, ha sido director de El Periódico de Barcelona, El Adelanto de Salamanca, y la edición de ABC en la Comunidad Valenciana, así como director general de publicaciones del Grupo Zeta y asesor de varias empresas de comunicación.
En los últimos años, ha alternado sus colaboraciones en prensa, radio y televisión con la literatura, habiendo obtenido varios premios en ambas labores, entre ellos el nacional de periodismo gastronómico Álvaro Cunqueiro (2004), el de Novela Corta Ategua (2005) y el de periodismo social de la Comunidad Valenciana, Convivir (2006).
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