El poder en el PSOE ya ha cambiado de manos
lunes 25 de noviembre de 2013, 12:24h
El Congreso de los socialistas andaluces confirma que el poder dentro
del PSOE ya ha cambiado de manos. No lo tienen el madrileño Perez
Rubalcaba y su guardia pretoriana, no lo tiene la catalana y distante
Carma Chacón, no lo tienen los vascos Eduardo Madina o Patxi López,
todos ellos perdedores en las últimas elecciones; lo tiene la sevillana
Susana Díaz. Desde este fin de semana y cumpliendo todos los pronósticos
domina y manda, con mano de hierro dentro de guante de seda, en la
principal Agrupación del PSOE patrio y gobierna en la principal de las
Comunidades autónomas de España. Si ella quisiera, Rubalcaba tendría que
dimitir en cuestión de días, pero no quiere.
A la presidenta de la Junta de Andalucía y Secretaria General de los
socialistas no le interesa desatar ahora el debate de la sucesión o no
del ex vicepresidente del Gobierno con Rodríguez Zapatero, ni por sus
propios tiempos políticos, ni por la estabilidad interna de su partido y
el papel que juega en ese factor básico para aspirar a gobernar. Tiene
por delante un calendario andaluz en el que su propia victoria debe ser
la palanca definitiva para empresas de calado nacional. Y ese
calendario tiene que amoldarse al de las futuras elecciones generales.
Mantener a Rubalcaba en su actual puesto es una buena premisa. Se
mantiene como candidato y gane o pierda ( más probable lo segundo que lo
primero) deja abierta la sucesión para nuevos rostros no contaminados
por la política nacional. Si en lugar del secretario general del PSOE
las Primarias colocarán a otro rostro en el cartel socialista las
posibilidades de victoria serían también pocas, con lo que el mismo
análisis y las mismas consecuencias que con Rubalcaba sería la base de
partida.
Su tiempo, el de Diaz, no son las elecciones de 2015, son las
siguientes. Tendría entonces 45 años, experiencia de gobierno
acreditada, triunfo personal en su tierra, y un evidente liderazgo
dentro del PSOE que resultaría evidente. Por supuesto que la estrategia
de espera tiene sus problemas, pues el tiempo político corre muy deprisa
y están apareciendo otros actores en escena, como son Rivera y sus
Ciudadanos o el Movimiento Civico, además de Rosa Díaz y UPyD, pero si
se mantiene el bipartidismo imperfecto en el que estamos, su futuro
estaría bien asegurado. Salvo que los escándalos internos de su partido
con los ERES acaben también con su figura.
Toda su experiencia política está dentro del PSOE. Ha hecho su carrera
muy pegada al aparato del partido, conoce su funcionamiento, sus
resortes de poder, el cómo y el cuando de las batallas internas y hasta
dónde llegan las ambiciones de unos y otros. Ha tenido la cintura
suficiente como para poner o aceptar o ambas cosas a Micaela Navarro de
presidenta del PSOE andaluz, un guiño a la integración de las distintas
corrientes que se mueven desde Cádiz a Almería y con la que puede
recuperar una buena parte del poder provincial y territorial perdido. Y
no le tiembla la mano a la hora de cortar cabezas, eso si con mucha
delicadeza y sin que se vea la sangre.
Su gran asignatura pendiente no está en el poder y control interno del
PSOE a nivel nacional. Eso llegará de forma natural si logra que el
gobierno de Andalucía funcione, si logra pasar página al escándalo de
los Eres y la financiación ilegal, si logra que el PP pierda una buena
parte de lo ganado en las últimas elecciones autonómicas, si mantiene su
relación con IU sin que la coalición le robe sus votos. Algunos ya
quieren compararla con Felipe González y la refundación que el ex
presidente hizo del PSOE salido de la República y la Guerra Civil.
Veremos si es así o si todo lo vivido en estos dos últimos meses es tan
sólo un sarpullido de juventud otoñal.