Obligaciones y devociones
viernes 22 de noviembre de 2013, 09:42h
Lo ha dicho ella, la única, la incomparable, la divina, la
gran esperanza andaluza, la estrella más rutilante del firmamento politico
hispano, en el programa de Ana Rosa Quintana sin cortarse un pelo.
"Yo no voté a Alfredo Pérez Rubalcaba, pero ahora lo apoyo porque
es mi secretario general y esa es mi obligación". A eso se le llama poner
al toro en suerte, listo para la estocada final, o mejor para el descabello,
porque al pobre de Alfredo le quedan dos pelaos, como decimos por aquí abajo.
No haría falta decir de quien es la frase porque la retrata a la perfección. Se
trata, como no, de la gran Susana Díaz Pacheco, la sin par presidenta de
la Junta de Andalucía y pasado mañana ungida secretaria general del PSOE-A por
aplastante unanimidad, quien pone la obligación por encima de la
devoción, siempre, claro está, que esa obligación le reporte pingües
beneficios. No es la primera vez que lo hace y sin duda tampoco será la última.
Recordando a don Antonio Machado y su "España de charanga y
pandereta", sus devociones se ciñen, como mucho, a la Esperanza de
Triana, ya saben, "devota de Frascuelo y de María..",.y poco más.
Ni tan siquiera los grandes popes del neosocialismo español, sus paisanos, Felipe
González y Alfonso Guerra, le despiertan el más mínimo respeto o
consideración histórica. Para la nueva hornada de "ni-nis" que le
acompaña, son sólo dinosaurios del pasado a los que hay que ir enterrando
cuanto antes mejor en busca de ese socialismo del siglo XXI que nadie sabe aún
como va a ser.
Pero ella es ella, única e irrepetible. Una mujer hecha a sí misma en las
entrañas del partido, que ha mamado su organización y sus secretos, que conoce
los manejos y las puñaladas internas para ascender, los entresijos que mueven
las agrupaciones, las frases demagógicas que movilizan las asambleas, los modos
de ganar elecciones sin ni siquiera presentarse a ellas y la fórmula para
subsistir y descollar en tiempos difíciles. Decía un antecesor suyo en la
Presidencia de la Junta, José Rodríguez de la Borbolla, cuando los
"guerristas" le acosaban por todos lados, que él aguantaba más que un
buzo bajo agua. Ja, que me parto y me troncho. A Susana no le hace falta
aguantar porque ha conseguido en menos de un año laminar de plano a toda la
posible oposición y en estos momentos no hay quien le rechiste. Se va a poder
comprobar en este Congreso Extraordinario del Granada que la entronizará entre
aclamaciones como la gran referencia del socialismo español y el espejo donde
tienen que mirarse todos aquellos que aspiren a luchar por la candidatura a la
Presidencia del Gobierno en las anunciadas primarias del próximo verano a las
que, según confiesa y pocos creemos, no se va a presentar.
A partir del próximo lunes, Susana Díaz, con mando en plaza en la
federación socialista más importante del Estado y con uno de los pocos
gobiernos autonómicos que mantiene el PSOE, tendrá que ser consultada por todo
aquel que quiera ser alguien dentro del aparato socialista. Cualquier decisión
que se plantée o se adopte en Ferraz, deberá pasar antes por el visto bueno y
la aquiescencia de San Vicente o de San Telmo. Que esos son otros dos santos,
ubicados en pleno centro de Sevilla, a los que Susana también les tiene una
gran devoción. Y, para que nadie ose hacerle sombra, ya ha decidido (aunque de
momento no sea todavía su secretaria general y tendría que ser el Congreso de
Granada quien lo aprobara) eliminar la vicesecretaría general del PSOE-A y
quedarse ella sola con el ordeno y mando del partido, algo que me recuerda tics
de antiguos dictadores europeos y de nuevos dictadores sudamericanos.
En fin, que entre devociones y obligaciones yo también soy partidario de las
segundas, aunque creo que a Susana Díaz le puede de momento más su
devoción por el poder en su partido que su obligación de trabajar duro para que
su tierra, que de momento es toda Andalucía y es la que gobierna, abandone de
una puñetera vez el furgón de cola del desarrollo español y se baje del podio
de los records de paro, de pobreza y de subdesarrollo que ostenta y que no
hemos dejado atrás tras casi cuarenta años ininterrumpidos de ejecutivos
socialistas. El lunes, cuando sea entronizada como la mujer más poderosa de
España, convendría que reflexionase sobre ello. Hablando de obligaciones, es
solo un consejo que muchos andaluces le agradeceríamos, presidenta.