miércoles 20 de noviembre de 2013, 07:51h
Soy tan respetuoso con Antonio María Rouco, cardenal presbítero,
Arzobispo de Madrid, presidente de la Conferencia Episcopal,
como lo soy con cualquier otro ciudadano, creyente o no, incluso desde el
disenso que sólo la luz podrá disipar.
Una nueva etapa llega a la Iglesia, siguiendo los
discursos del Papa Francisco, y no sin esfuerzo y evidencia algunos obispos,
arzobispos y cardenales se resisten a inaugurar una nueva etapa para el
apostolado.
Mi respeto intelectual a este catedrático de Derecho
Canónico, criado en el verde y blanco de la Universidad de Múnich
como lo fueron Benedicto XVI o Konrad Adenauer.
Eso no significa que piense que don Antonio María convierte
la rigidez en paradigma y multiplica los dogmas más allá del marco en el que
realmente se desenvuelven.
Desde que fuera ordenado Arzobispo de Madrid a principios de
los ochenta, trato de encontrar en sus escritos, de impoluta literatura
ordenada, argumentos para convencer a aquellos que no tienen la misma Fe que
él.
Encuentro pulsos, como en su último discurso, en su defensa
de la unidad de España y el desprecio de las leyes que a su entender destruyen
a la familia y a la dignidad del ser humano.
Me encuentro, por el contrario, en los obispos catalanes una
defensa a ultranza del antidemocrático derecho a decidir de una parte de España
y, al margen de mi humilde opinión, no entiendo el pulso frenético entre los
miembros de la curia quienes debieran dedicarse a los asuntos de Dios y no
tanto al Título VIII de la
Constitución.
Sin embargo, como una brisa nueva aparecen las palabras del
nuncio, Renzo Fratini, quien anuncia un cambio en el apostolado y en las
relaciones, en todo aquello que tiene que ver con el amor de Cristo y la
transformación de la curia en verdaderos pastores. Se sea creyente... o no.
Así que, por más que respeto intelectualmente a Rouco, por
más que disienta de algunos de sus postulados, jamás podré comprender su
capacidad erosiva para los asuntos del César.
Deberíamos volver a discernir la diferencia entre esencia y
existencia (Santo Tomás). Y, además de no comulgar con visiones tan enfrentadas
en el seno de la curia, la
Iglesia, es decir todos los creyentes, debería atender con
más profusión las voces que vienen de Roma.
@AntonioMiguelC
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Comentarios
Últimos comentarios de los lectores (3)
25064 | Esteban - 21/11/2013 @ 19:23:57 (GMT+1)
Rouco representa legítimamente a la Institución Cristiana que desde Constantino "manda" sobre el destino de toda la grey, pero lo que realmente quería era ser un barón mas del PP en vez de un pastor.
Todavia me acuerdo cuando apoyaba expresamente desde un punto de vista cristiano el.. PLAN HIDROLÓGICO NACIONAL!!!... Me puede explicar alguien los fundamentos teológicos o morales de si hay que hacer un trasvase desde el Ebro o no?...aunque todo hay que decirlo, tuvo todo mi apoyo,hace poco cuando el pronunciamiento contra las ansias soberanistas catalanas, aunque nadie me pudo explicar en que lugar del Evangelio se dice si Cataluña puede o no ser un estado soberano.
25043 | Miguel V Ribas - 20/11/2013 @ 13:18:23 (GMT+1)
El jefe de este pobre hombre es el tal Gomez, el del tranvia llamado deseo. Mira que Rajoy miente, pero este debe ser su maestro.
Yo creo que lo contratan en las tertulias por que da risa, es gracioso y divierte a la genta, le pasa como a Maruenda, el cachondeo.
25039 | Cuquiña - 20/11/2013 @ 09:57:34 (GMT+1)
Flojito, flojito, flojito el articulito. Los obispos también son ciudadanos, y por tanto no veo por qué no pueden comentar el Título VIII de la Constitución. Nos gustará más o menos lo que diga, pero vds. los tapabocas de los demás que largan continuamente al igual que otros no les negamos ese derecho, a vd. porque sea un reputado político socialista, no le decimos que deje de opinar sobre la Iglesia, del mismo modo, un obispo puede opinar sobre lo divino y lo humano sin que nadie le pongan cortapisas
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