Aguas benditas de Cantabria
miércoles 07 de noviembre de 2007, 21:32h
El 23 de abril de 2007 el monasterio de Santo Toribio, en Liébana, cerró su Puerta del Perdón y con ella el Año Santo que durante doce meses ha llevado a este precioso valle a más de un millón de peregrinos y turistas. Esa puerta que, de modo similar a la de Santiago de Compostela, sólo se abre cuando el día de Santo Toribio cae en domingo, tardará en esta ocasión once años en señalar el inicio de otro Año Santo.
Pero a Cantabria no le faltan atractivos para seguir seduciendo a millones de visitantes. En su corto espacio de terreno se congregan infinitas -como dice su slogan- posibilidades. Entre ese mar Cantábrico que baña sus doscientos kilómetros de litoral acariciando sus playas o sus acantilados y los descomunales Picos de Europa que eran la primera referencia a lo lejos que marcaba la llegada al viejo continente a los antiguos marinos, se desparraman verdes valles salpicados de pueblitos anclados en el tiempo, antiguos monumentos y casonas señoriales, villas marineras que conservan sus hábitos artesanales, miles de cuevas en las que el hombre o la naturaleza han creado obras de arte, parques naturales que dan cobijo a la fauna autóctona o que han sabido acoger los más exóticos ejemplares de los cinco continentes...
También están, claro, sus aguas. Cantabria, como buena parte de España es heredera de una tradición termal que griegos, romanos y árabes ya practicaban hace milenios en nuestro suelo. La inmensa mayoría de nuestros centros termales con aguas mineromedicinales de capacidad curativa se encuentran situados en parajes naturales de inusual belleza, entre montes, playas y bosques. Existen registrados en todo el país más de 2.000 manantiales que, por calidad y cantidad, convierten a España en el gran balneario de Europa. Y así lo entendieron los europeos que veraneaban, a principios del siglo pasado, en balnearios como el de Liérganes, el más veterano de Cantabria y uno de los más antiguos de España.
España cuenta en la actualidad con más de 120 estaciones termales. Son establecimientos de gran calidad en los que disfrutar del placer y la acción curativa de los masajes y los baños termales y, por otra parte, de la paz, tranquilidad y confort proporcionados por instalaciones diseñadas para colmar todas las necesidades: piscinas de aguas termales al aire libre o cubiertas, instalaciones deportivas y servicios médicos exclusivos. Sus aguas -ricas en azufre, cloro, sodio y calcio- dan un magnífico resultado en el tratamiento de muchos trastornos crónicos y en la convalecencia de otros agudos. Son, pues, centros de terapia y esparcimiento a la altura de los mejores del mundo, a los que acudir para recuperar la energía perdida durante todo el año y encontrar la tranquilidad deseada.
En los últimos meses, Cantabria ha incorporado a su oferta tradicional -el mencionado Liérganes, construido en 1913 y ubicado en la población del mismo nombre, declarada Conjunto Histórico Artístico, Alceda, en el valle de Toranzo a orillas del Río Pas, Caldas de Besaya con sus siete manantiales que ya eran conocidos hace dos mil años...- tres nuevas instalaciones a la vanguardia de la balneoterapia y el termalismo en Europa. Junto a sus posibilidades curativas, están las lúdicas y las gastronómicas, que han hecho que, en los últimos tiempos, una escapada a balnearios o centros de spa en Cantabria, sea una opción turística y de ocio en auge.