La
escenografía de la conferencia ha retirado el puño y ha rediseñado
la rosa hasta asemejarla a una especie de piruleta, aunque al PSOE no
le vaya de dulce precisamente. Es una tentativa gráfica para
recuperar los orígenes con una imagen renovada. Porque la
reivindicación permanente de los 2.000 delegados han sido
precisamente las raíces, su vuelta a las raíces. Ese grito de voz
catarrosa y decreciente de
Alfredo Pérez Rubalcaba de "!!el PSOE
ha vuelto!! es, en el fondo, todo un discurso teñido de nostalgia
más por los valores y los conceptos básicos
siempre defendía el
partido, que por su reciente ejecutoria en el poder, la que le llevó
a su más sonada derrota electoral. La frase que ha sonado desgarrada
intenta dar una contestación convincente a la pregunta que colgara
ayer sobre el anfiteatro del plenario el presidente asturiano:
"¿quiénes somos?". Es siempre un paso previo a la cuestión que
viene inmediatamente después, "¿a dónde vamos?". A la primera
incógnita se responde con un simple "!!somos el PSOE!! De la otra
nadie tiene una idea clara.
El asunto es
saber si ese PSOE que dice haber vuelto tras la gran derrota del 2011
se parece más al que gobernó con anterioridad o al de los orígenes,
al que en teoría hubiera afrontado una crisis económica evitando
que sufrieran los más débiles y habría encontrado soluciones para
mantener el estado de bienestar. No fue así y los ciudadanos se lo
quitaron de en medio. De lo que se trata de saber ahora es si esos
mismos ciudadanos le pueden dar pronto una nueva oportunidad porque
el partido haya logrado conectar con ellos - precisamente uno de
los eslóganes de la conferencia- de nuevo. La conferencia, en contra
de la apuesta escenográfica, quiere recuperar el puño, más que ese
diseño de una rosa amable y hasta dulce, especialmente proponiendo
unos impuestos más justos con los que menos tienen, apostando
radicalmente por recuperar los servicios públicos o ir a fondo hacia
la laicidad del Estado.
Pero el
problema es que los ciudadanos, que dicen en las encuestas que creen
poco o nada a Rubalcaba, le compren al líder socialista esa idea
suya defendida gritos roncos de "!!no somos lo mismo!!". Porque
el problema está en que gran parte del electorado progresista se
divide entre quienes creen que la culpa de la crisis la tuvieron los
socialistas por no saberla hacer frente de una forma progresista o
los que piensan que malamente se puede quejar en el PSOE de los
recortes de
Mariano Rajoy porque fueron precisamente ellos, en el
segundo mandato de
José Luis Rodríguez Zapatero, quienes los
iniciaron.
Es posible
que esta Conferencia haya servido para hacer un viaje de ida y vuelta
a las raíces para redefinir y poner al día las ideas y el proyecto
socialista. Pero queda aún pendiente la total ruptura con ese pasado
que les llevó a la oposición. Creo que más allá de la genérica
aceptación de los errores que hacía, entre otros, la presidenta
andaluza
Susana Díaz, ha faltado una profunda autocrítica sobre lo
que se hizo gobernando y no debió hacerse y acerca de esos
principios socialistas que o se olvidaron o a los que se renunció. Y
finalmente está muy pendiente y es acuciante el asunto del
liderazgo, calendarios de conveniencia o fórmulas de primarias
aparte. Comparto con
Felipe González la idea de que Alfredo Pérez
Rubalcaba es el mejor político con el que cuenta el PSOE en este
momento. Pero creo también que la crisis de credibilidad que padece
el secretario general, y a la que alude también el mítico ex
presidente, es irreversible. Si el PSOE ha vuelto de verdad para
contar como alternativa política de mayorías y quiere recuperar el
apoyo de los progresistas que le han abandonado necesita un nuevo
líder que no esté lastrado por el pasado. Aunque no sea el mejor
político de la casa, al que algún día habrá que agradecerle su
esfuerzo y sufrimiento por liderar esta difícil transición.
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