Esta
columna, que hace la número 60, aparece cuando cumplimos un año justo en estas
páginas tan inmateriales como eternas: solo un cataclismo las puede borrar del
ciberespacio. No me parece casualidad que el tema de hoy sea una novela de Guillermo Cabrera Infante, su póstuma Mapa dibujado por un espía.
"Siempre
lo entristecía la locura como entristece un destino". Es una frase de Guillermo Cabrera Infante, en su libro
póstumo Mapa dibujado por un espía,
que acaba de publicar Galaxia Gutenberg. El libro estuvo guardado en un sobre,
y en un cajón, hasta que Miriam Gómez,
que pasó años sin leerlo, decidió publicarlo en vez de destruirlo. Es una
crónica amarga del viaje del escritor cubano a La Habana, cuando muere su madre,
y de los meses agridulces que vive retenido en la ciudad, a la espera de un
exilio irremediable. No es una novela y es también una novela, basada como casi
todos sus libros en un fragmento de su autobiografía. La voluntad de escribir
para salvar del olvido esos largos días en el limbo de una ciudad en la que ya
no se reconoce, una ciudad en la que su gente está pasando uno de sus peores
momentos. La historia de sus amigos y familiares, cercados por el
desabastecimiento, la delación y el miedo a ser catalogados como "enemigos de
la Revolución", se va transformando en una historia de amor culpable, en la que
la duda colabora para hacer más desgarradora la voluntad de abandonar la isla.
El lector
asiste a una compleja red de entrecruzados personajes reales, jerarcas de la
Revolución o marginados por ellos, militares, escritores y artistas, que forman
el escenario efervescente en el que se mueve GCI, que pese a la tensión y el desencanto, no deja de buscar el
alivio en su relación con algunas mujeres. Una más i portante que otras.
Los lectores
acostumbrados al gran estilo de Tres
tristes tigres, o a la prosa robusta de La
Habana para un infante difunto, se encontraran aquí con un lenguaje más
directo, con una aparente sencillez que nos hace pensar que era el borrador de
un libro que Cabrera Infante pensaba
reescribir algún día. Pero enseguida comprobarán su efectividad y la
oportunidad de su publicación. No es un libro más: completa esa imagen
poliédrica del gran escritor cubano. Recomiendo leerlo sin prejuicios, como se
deben leer todos los libros.
Miriam Gómez estará aquí en Madrid la semana que
viene. Vendrá a contar la historia de esos papeles que Cabrera Infante escribió del tirón, de los que alguna vez habló a
la que esto firma, y que explican el brote depresivo que él llamó "su locura".
Es decir, la base de su autobiografía literaria. Y vendrá también, Miriam Gómez, a ver a los muchos amigos
que tiene aquí, y a asistir a la entrega del premio Antonio Sancha, que los
editores españoles conceden este año a
Mario Vargas Llosa. Que acaba de publicar novela. Pero eso es tema para
otra columna. Ya les contaré.
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