Un contratiempo me impide asistir a la presentación del libro Prepárense
para perder. La era Mourinho 2010-2013, del periodista deportivo Diego
Torres, que se celebra en la Casa del Libro de la Gran Vía madrileña. Presentan
el libro, publicado por Ediciones B, los fantásticos periodistas deportivos
Santiago Segurola y José Sámano. Coincide
en el tiempo mi lectura de los primeros y apasionantes capítulos de Prepárense para perder con la lectura de
Cal viva, de José Amedo, publicado por La Esfera de los Libros, y
anunciado ya en la cubierta del libro
como "Un relato estremecedor: la verdad definitiva sobre las entrañas de los
GAL". El excelente prólogo de Antonio Rubio tiene el subtítulo de Las cucarachas corren a esconderse.
Pude asistir a la presentación del libro de José Amedo y, por
tanto, conocer a este tristemente célebre personaje pero, en ese caso, no
necesité ni un contratiempo para no asistir al acto: yo mismo decidí no
asistir. El nombre de este policía, nacido en Lugo y que vivió toda su infancia
y adolescencia en Bilbao, evoca la sangre de tantos crímenes que decidí aparcar
para mi próxima reencarnación el conocer a José Amedo y estrechar su mano,
dentro de unos siglos, con educación,
como exigen las normas de la convivencia humana incluso con personas que, por
haber organizado el exterminio de etarras criminales, no dejan ellos también de
tener las manos manchadas de sangre. La mañana, pues, en que se presentaba el
libro de José Amedo, me pregunté: ¿voy a conocer a José Amedo, que aprendió con
gran éxito el manejo de las armas de su padre, campeón nacional de tiro con
pistola, y que en 1968 ingresó en la Policía?; ¿voy a conocer a José Amedo, que
trabajó a fondo en los Servicios de Información en el País Vasco y se entregó con
toda su alma en la lucha contra ETA, banda terrorista que, por cierto, intentó asesinarlo en media docena de
ocasiones?; ¿voy a conocer a José Amedo o me limito a la aventura menos fuerte
de leer Cal viva, que chorrea
crudezas en todas sus páginas?
Se cumplen ahora 30 años de la
decisión del gobierno de Felipe González - responsable máximo de la llamada
'guerra sucia' - de luchar contra ETA con sus propias armas. Cal viva
es un relato visceral contado por José Amedo, uno de sus
protagonistas más indiscutibles. En 13 capítulos estremecedores asistimos al
nacimiento de la 'guerra sucia' que tuvo
su origen en el asesinato del senador socialista Enrique Casas perpetrado por
ETA el 23 de febrero de 1984 y que finaliza con el capítulo "Secretos de
Estado". Naturalmente, no hay novela negra equiparable en salvajismo a esta
historia de crímenes de la que nunca hay que olvidar que tiene su origen en los
terroríficos crímenes perpetrados por
ETA. Ya solo los títulos de los 13 capítulos anuncian el inmenso interés de
esta historia: "Nos las van a pagar" - el Gobierno se vengará del asesinato de
Enrique Casas asesinando al médico
abertzale Santiago Brouard -; el primer movimiento; - una red de colaboradores;
los GAL en acción; un hombre clave en los GAL - el policía
francés Jean-Louis, que mantuvo relaciones con la etarra Idoia López Riaño -; la
venganza; dos mujeres de armas tomar; el final de la aventura; de los GAL al
cártel de Cali; en la cárcel; en manos del juez estrella; secretos de Estado.
A los historiadores les compete
establecer qué hay de verdad, de error y de falsedad en esta historia de las cloacas del Estado que pilotaba, allá
por 1984, Felipe González, y que ahora cuenta José Amedo en Cal viva. Como es frecuente en libros de
esta índole histórica, los diálogos de
los personajes no son transcripciones literales de una conversación previamente
grabada sino textos ficticios similares a los diálogos de los personajes
novelescos.
Mourinho también trajo su 'guerra
sucia' al Madrid, como excelentemente cuenta Diego Torres en Prepárense para perder. Pero la 'guerra
sucia' de los GAL, con las torturas y enterramiento en cal viva de Lasa y
Zabala, y una cadena de los más abominables crímenes, comparada, claro, con la del entrenador portugués, convierte a
este sujeto nacido para la bronca y el odio - y que, por cierto, el sábado
pasado, dirigiendo al británico Chelsea, fue expulsado por el árbitro - lo
convierte, digo, en el hijo más bondadoso del pacífico san Francisco de Asís,
honrado, por cierto, con un monumento en la plazuela pamplonesa que lleva el
nombre de este santo. El lobo al que acaricia en este monumento san Francisco
¿no se parece un poco a Mourinho?
Sexo,religión y fútbol para hacer reir al lector en los
'Cuentos reunidos', publicados por Pigmalión, de nuestro colaborador Ramón Irigoyen