domingo 08 de septiembre de 2013, 19:44h
España está atada por las
cadenas de la ineficacia de muchos años y por la corrupción desaforada de estos
últimos y tal vez estamos pagando el precio de los errores políticos, incluso
en el terreno deportivo. Mariano Rajoy
y el Partido Popular están atados por las cuentas de Luis Bárcenas y será difícil que sean capaces de romperlas cadenas
sin pagar un precio muy alto. El Partido Socialista sufre las ataduras de los
errores de Zapatero, su
autocomplacencia y su incapacidad para resolver los problemas de todos, no
digamos los suyos. Lejos de nosotros, Obama
puede romper ahora las cadenas que le atan -inmerecidamente-al Premio Nobel de
la Paz, presionado no sólo por el genocidio de un dictador sino por los
intereses comerciales de los señores de la guerra. Una decisión equivocada como
la que puede tomar en Siria, en lugar de buscar el acuerdo internacional para
acabar de verdad con El Asad, será su cadena con la historia.
Aquí en España, el éxito
de la cadena humana del 11 de septiembre será una condena para Artur Más. El sólo desencadenó un
proceso que puede tener consecuencias dramáticas para Cataluña y para el resto
de España. El sólo se encadenó a la vía independentista ante su incapacidad
para solucionar los problemas de Cataluña. El sólo vendió el seny a cambio de un plato de lentejas
virtual. Pero no ha sido él solo el que ha contribuido a crear un clima en el
que hasta los catalanes que se sienten catalanes y españoles están más cerca de
fórmulas de ruptura que de continuidad. No sólo fue la estulticia de Zapatero
al prometer que aceptaría decisiones anticonstitucionales o al forzar un
Estatuto imposible. Los últimos Gobiernos de España no han invertido tiempo -no
dinero- en Cataluña para explicar la verdad, para informar y para convencer,
para que nadie se sintiera huérfano. Como dice un excelente columnista de La
Vanguardia, Rafael Nadal, ha faltado
"audacia en Madrid y liderazgo y responsabilidad en Cataluña" para construir
una tercera vía entre el independentismo
rupturista y el unionismo involucionista. Y esa carencia es una grave
irresponsabilidad del poder central y de las viejas clases dirigentes, también
de los empresarios, de Cataluña.
Eso permite que otro
columnista del mismo diario escriba cosas tan peregrinas como que "Castilla,
que manda en España desde La Moraleja y Puerta de Hierro es "el presente
eterno" y Catalunya es "el futuro eterno", y lo es porque no manda"(¡).
Castilla es como las imágenes de sus Cristos, siempre dolientes, nunca
resucitan. De un barro prieto... Catalunya, que no tiene Cristos de barro, sino
venus de espuma marina y nubes de alambre y diseño es el futuro eterno... ente
rotundamente propio". ¡Toma castaña!
Es posible que ahora se
esté hablando con discreción y mesura entre quien manda en España y quien manda
en Cataluña y negociando cómo salir del lío en que nos han metido sin que el
peso de las cadenas acabe hundiendo más a Cataluña y arrastrando al fondo a
España. Pero solos no pueden. Necesitan, como en la economía, como en el
movimiento olímpico, pero sobre todo en la política, proyecto, programas y
liderazgos compartidos. Y mucho sentido común.
francisco.muro@planalfa.es