viernes 06 de septiembre de 2013, 15:29h
Faltan unas pocas horas para saber si ese extrañísimo club
de elegidos (es un decir) que forman el Comité Olímpico Internacional decide la
sede de los juegos del 2020. Apuesto por Madrid más con el corazón que con la razón
porque casi todo lo que tiene que ver con el COI escapa por completo a
cualquier razonamiento. Allá ellos con sus decisiones y un saludo muy cordial
al Príncipe Alberto de Mónaco.
Y si comienzo con la candidatura de Madrid es porque que el
resto de lo que nos rodea empieza a ser ya tristemente aburrido, en ocasiones
increíble pero cierto, pero, sobre todo, triste, muy triste y muy
desesperanzador. El patio nacional está para pasar la escoba por todas las
esquinas y barrer de una vez para siempre toda esa golfería que ha convertido
en un lugar tóxico la bendita y tantos años añorada democracia.
De Norte a Sur y de Este a Oeste el país es un escándalo
millonario o cutre, de altos vuelos o de baja estofa, pero un escándalo
permanente sin que el ciudadano pueda hacer otra cosa que ver, oír y callar
porque la bendita y añorada democracia está en manos de los partidos y los
partidos se han encargado de laminar toda posibilidad de respuesta organizada y
no necesariamente violenta.
Pero no puede ser que la heredera de Griñán -currículum
personal aparte y sin meternos en las falsas primarias- proclame en su
ferviente alocución su voluntad inequívoca de acabar con cualquier atisbo de
corrupción sin citar ni de pasada los famosos EREs que empiezan a llegar al cuello
del PSA.
No puede ser que ahora se haya puesto de moda el asalto o
amenaza de asalto a grandes superficies en plan "testimonial". El espectáculo
de los secuaces de Sánchez Gordillo corriendo con lo pillado y echándolo todo
de cualquier manera a las furgonetas, es, sencillamente, desolador y
anacrónico; y que no haya denuncie porque se "negocie" que en lugar de un
asalto -o para evitarlo, como en Extremadura- se convierta en "donación" de la
empresa, eso ya resulta directamente mafioso, les guste o no a los
pseudoprogres.
No puede ser que el numero dos del PSC dimita de la
Ejecutiva del PSOE por aparecer vinculado a un espionaje con micrófono incluido
en el florero de un restaurante hábilmente colocado por una agencia de
detectives contratada a tal efecto.
No puede ser que en el Congreso de los Diputados se regalen
camisetas a los ministros.
No puede ser ya CIU: o C o I, pero las dos ya no resultan
creíbles.
No puede ser Bárcenas y todo
cuanto le rodea, PP incluido.
No puede ser que los españoles nos levantemos cada mañana
con el tópico de "¡cómo está el patio!" y no haya forma de encontrar escobas y
empezar de una vez a limpiarlo. Y es que las escobas están en los armarios de
quienes ensucian esta bendita y añorada democracia.