Unas
fechas antes de que el Juzgado Contencioso Administrativo 4 de Madrid paralizara
la privatización de la sanidad, sindicatos
sanitarios empapelaron los ambulatorios y centros de salud con carteles
explicativos de lo que pretendía el Gobierno del PP y los peligros para los
ciudadanos. Se trataba de un folio fotocopiado -casi al estilo de la 'vietnamita'- con diez puntos clarísimos
sobre lo que, según los sanitarios, nos jugábamos todos los españoles. Esos
puntos resumían la posición adoptada ahora por la Justicia madrileña, que
augura malos ratos al consejero Fernández-Lasquetty.
El
pasado martes, 3 de septiembre, la Asociación de Facultativos Especialistas de
Madrid (Afem) dio a conocer un auto del Juzgado Contencioso Administrativo nº 4
de Madrid decretando la suspensión cautelar de la concesión de seis hospitales
madrileños a las empresas Sanitas, Hima San Pablo y Ribera Salud, una decisión
que el juzgado tomó para proteger "derechos fundamentales" de los
ciudadanos.
La
decisión cayó, claro está, como un jarro de agua fría en el Gobierno autonómico
de Ignacio González, cuyo consejero de Sanidad, Javier Fernández-Lasquetty, la
cabeza visible del impulso privatizador sanitario, cargó contra el juez,
acusándole de todo lo habido y por haber.
Lo
cierto es que unas fechas antes de la decisión judicial, representantes
sanitarios empapelaban los centros de salud madrileños con hojas explicativas
del 'negocio' que la derecha en Madrid quería hacer con la sanidad de todos, y
algunos de esos argumentos están recogidos en el auto del juez por ser absolutamente
evidentes.
El
texto que reproducimos en Diariocrítico, extraído de un ambulatorio en un
populoso barrio madrileño, partía en su primer punto de lo que era ya una
realidad evidente: "El Gobierno de la Comunidad de Madrid pretende que empresas
privadas sean las que ofrezcan los servicios sanitarios a la población. También
empresas privadas podrán comenzar a gestionar los Centros de Salud". A partir
de ahí, el personal sanitario -médicos, enfermeras y resto de trabajadores-
exponía con claridad lo que iba a ocurrir.
Se
especificaba al público -se supone que no sufrientemente informado- que será la
Comunidad de Madrid la que pague a las empresas para que ofrezcan esos servicios,
en vez de ofrecerlos ella misma, "cuando su trabajo es gestionar los bienes
públicos y no traspasarle esa responsabilidad a terceros, y menos a empresas
privadas".
Un
negocio redondo... contra los madrileños
En
su punto tercero, los sanitarios ya planteaban la duda que, finalmente, ha
determinado al juez la suspensión de la privatización: "¿Cuánto le pagará la
Comunidad de Madrid a las empresas?". El texto reconocía que no se sabía aún, pero
que sería "probablemente una cantidad que oscila en torno a los 600 euros al
año por cada paciente que tenga como referencia el hospital en cuestión", y
explicaba el significado de esta cifra: "Es decir, que la empresa cobra al año
de la Comunidad igual por un paciente que gaste 50 euros que por uno que gaste
450. Esto tendría sentido si la empresa atendiera a los pacientes que salen
caros también, y por ejemplo una persona mayor que gastara 900 euros se
compensara con una persona joven que gasta 300".
Pero
se informaba ya a los madrileños que "resulta que las personas en nuestro
último año de existencia generamos al sistema sanitario el 50% de gasto de toda
nuestra vida. Los ancianos son los que generan el grueso del gasto. Por eso la
Comunidad de Madrid quiere desmantelar el Hospital de La Princesa tal y como lo
conocemos hoy. Para hacer un gran hospital que atienda a los pacientes que no
salen rentables a la empresa privada. Así la empresa se quedará con los
pacientes que generan menos de 600 euros de gasto al año y ganará mucho dinero,
mientras que será la Comunidad (es decir, el dinero de todos) la que sustentará
a los que más gasto generan. Es un negocio redondo para las empresas a costa
del contribuyente".
Quitarse
de encima a la tercera edad
Siguiendo
con ese razonamiento, los sanitarios hacían ya entonces serias advertencias a
los ciudadanos: "Cuando usted vaya al hospital no tendrá que pagar y puede que
no note muchas diferencias en la atención que recibe, lo cual no quiere decir
que no las haya".
La
idea está clara, que es lo que parece que también ha visto el juez: "La empresa
intentará ganar lo máximo posible de esos 600 euros y lo hará de la siguiente manera:
pagará menos a los profesionales y gastará menos dinero en pruebas o
tratamientos que necesitan los pacientes. Ya no será lo primero tratarle con lo
que sea mejor para usted, sino que habrá que contar con el coste, lo que
provocará que en algunas ocasiones usted no pueda recibir el mejor tratamiento,
para poder maximizar el beneficio de la
empresa".
Los
sanitarios -médicos en su mayoría, que son los mismos que han conseguido parar
los planes de la derecha política y económica en Madrid- seguían informando
directamente a los ciudadanos que ese modelo que quería imponer
Fernández-Lasquetty "ha sido puesto en práctica en otros países y aquí en
España, en Valencia y ha fracasado en todos los casos. El Estado ha tenido que
recurrir al rescate de las empresas y al final se ha gastado más dinero que si
hubiera hecho directamente una gestión racional de la Sanidad él mismo.
Meternos en estos momentos de crisis en un proceso como éste sería un error más
que empeoraría la ya maltrecha economía".
'Mayor
mortalidad en hospitales privados'
En
ese sentido, los médicos especificaban en los ambulatorios que "este modelo no
solamente es más caro, sino que además no es mejor para la salud de la
población. No ha demostrado que genere mejor calidad de salud ni que la gente viva
más. Paradójicamente se ha observado que la mortalidad es mayor en hospitales privados
que en públicos y que gastar más dinero en hospitales públicos reduce la
mortalidad más que gastarlo en privados".
Así
las cosas, el personal sanitario madrileño que hacía este esfuerzo informativo
ya decía que "las decisiones en política sanitaria no se toman con las
opiniones y con las visiones de cada uno, sino con estudios científicos que
demuestren que lo que se quiere implantar es beneficioso. No hay ningún estudio
que demuestre que este nuevo modelo sanitario sea más beneficioso que el que
hay ahora".
Para
los médicos, la razón de lo anterior está clara: "El modelo que tenemos es más
que sostenible. Solamente hay que hacerle unas reformas (los profesionales las
llevamos proponiendo mucho tiempo y la Consejería no nos ha hecho ni caso) para
ajustar un poco el gasto".
Intereses
espurios de los políticos
Ahora
bien, el punto 9 de ese documento sanitario que finalmente ha servido de argumentarlo
judicial es demoledor: "¿Porqué estamos en huelga los profesionales de la
Sanidad Madrileña? Porque los políticos como Ignacio González y Javier
Fernández Lasquetty se empeñan en que lo que os acabamos de contar es mentira a
pesar de que todos los médicos y demás profesionales sanitarios sabemos que no
lo es. Tienen intereses con las empresas que se repartirán el jugoso pastel de
su salud".
Y
luego desmontan las "insidias" -según ellos- que ha lanzado el Gobierno
regional contra los médicos y enfermeras contrarios a la privatización: "A los
trabajadores de la sanidad pública madrileña se les bajó el sueldo un 5% y no hicieron
huelga; se les aumentó el horario laboral y no hicieron huelga; se les recortó
la paga "extra" (de extra nada el
año se divide en 14 pagas y quitaron una) y no hicieron huelga... llevan años
firmando contratos cada 3-6 meses (siendo ilegal) y no hicieron huelga... Qué
nadie se confunda. ¡La huelga es para defender el sistema público de sanidad! Y
se hace por y para los pacientes. Porque todos somos pacientes''.
Finalizaba
el documento con una dicotomía: "¿Usted de quién se fía más? ¿De los
médicos o de los políticos?". Parece que,
de momento, la justicia se fía más de los médicos.