Síndromes y otras idioteces
martes 03 de septiembre de 2013, 09:11h
Los ves paseando por la calle como abstraídos, pensando en
qué sé yo, te los encuentras en el autobús ensimismados con los ojos perdidos
en la nada, en la cola del ambulatorio mirando obsesivamente el
"guasap" del móvil, en grupos tomando café en cualquier terraza
comentando con risas forzadas sus vacaciones. La mayoria de ellos no lo saben,
pero están enfermos, gravemente enfermos de eso que llaman ahora el
"síndrome postvacacional". Estos primeros días de septiembre, en
todos los telediarios, en todas las tertulias radiofónicas y en todos los
periódicos nos bombardean con esa epidemia que aseguran que suele afectar en
estas fechas a miles de españoles que acaban de volver de la playa o el campo,
Entrevistan a psicólogos y a psiquiatras que, muy serios ellos y muy en su
papel, proponen medidas para evitar caer presos del contagio. A los enfermos de
este síndrome postvacacional se les identifica rapidamente. Ellas,si son
todavía jóvenes, suelen ir vestidas con camisetas estrechas, escotadas y muy
pegadas al cuerpo y pantaloncitos cortos, y ellos con camisas inmaculadamente
blancas que resalten el moreno y ambos lucen pieles bronceadas oscuramente
sospechosas. Además todos ellos llevan asociados otros síndromes como "el
síndrome del japonés" o "el síndrome de Marinaleda" también
conocido como el de Sánchez Gordillo. El primero se identifica claramente por
ir enseñando a todo el que se acerca el teléfono móvil en el que guardan las
miles de fotos hechas en la playa, en el crucero o en su viaje a Roma o al
Caribe; el segundo se delata por su filia a los hipermercados, sobre todo el Mercadona,
donde los afectados cargan los carritos hasta los topes como si presintieran
que se acercara una guerra mundial. No es que la cosa sea muy preocupante, pero
la tele insiste en que hay que tener cuidado en no caer en una deoresiòn que
podría ser muy peligrosa para nuestra salud.
Afortunadamente, la epidemia ha ido en recesión los últimos años. La puñetera
crisis económica ha sido una eficaz vacuna contra este síndrome y este año los
afectados son bastantes menos que en la época de Zapatero cuando la epidemia
fue una pandemia masiva. De hecho, casi seis millones de españoles en el paro
están inmunes al peligroso síndrome postvacacional, lo que ha supuesto un gran
respiro para evitar colapsar los servicios de salud y las urgencias de nuestros
hospitales públicos. Gracias a Dios dicen los expertos en la materia que esta
enfermedad se supera pronto, en pocos días, y que solo afecta a una parte de la
población que todavía mantiene su trabajo. Menos mal, porque lo que nos faltaba
a estas alturas de la película es que los escasos españoles que disfrutan de un
empleo fijo, entre ellos los miles de políticos que velan por nosotros y por
nuestro bienestar, se dieran de baja por enfermedad el día 1 de septiembre
debido al síndrome postvacacional. Así que si acaban de volver de sus merecidas
vacaciones de agosto y se encuentran algo deprimidos por ello, no se precocupen
demasiado y piensen que han sido muchos los que no han podido disfrutar de un
mes entero de vacaciones este año y han tenido que quedasrse en casa.
Y es que con esta chorrada el síndrome postvacacional ocurre lo mismo que con
los días mundiales de...Uno, puede entender todavía que existan, por aquello de
las estrategias de ventas de los grandes almacenes, el Día de la Madre, del
Padre, de los Enamorados, de la Mujer Trabajadora y hasta del Lince Ibérico,
pero de lo que me saca de quicio es que la ONU, la UNESCO o no sé que organismo
internacional, haya decidido dedicar cada día del año a una chorrada a la que
todos los medios de comunicación le dedican minutos y páginas para cubrir el
expediente. Digo yo que en vez de dedicarle un día concreto al agua, a los
bosques, a las nubes o a las estrellas en vez de proponer invasiones como la de
Irak o Siria, no los dedican a combatir el hambre y la pobreza en el mundo. Son
los inventos del tebeo, las clásicas paridas de la sociedad occidental, ociosa
y opulenta que tiene que entretenerse con algo mientras, cerveza en mano, ve
en la tele como se mueren de hambre los niños en África. ¿Síndrome
postvacacional? Dejémonos de gilipolleces. Sólo puede tenerlo quien tiene la
posibilidad de tener un trabajo que le permita irse de vacaciones. Algo que es
cada vez más difícil. Así que bendito sea quien pueda permitírselo . Ojalá y
todos puidésemos enfermar del síndrome postvacacional.