martes 27 de agosto de 2013, 15:02h
La vieja canción de
la movida madrileña rockera, del grupo Leño cantada por Rosendo,
hablaba de maneras de vivir. Esta reflexión sobre el tipo de
sociedad que se estaba construyendo ofrecía alternativas al
conformismo y a la insensibilidad y vaticinaba la deriva de la
sociedad consumista, individualista e interesada que después de
miles de muertos ahora se plantea su manera de morir. No es la
primera vez que ocurre. Ahora hablamos de Siria y la utilización de
armas químicas. Hace pocos años, la tragedia se sufría en
Sarajevo, en el corazón de Europa. La llamada comunidad
internacional tardó más 4 años y más de 10.000 muertos para
intervenir después de dos matanzas en el mercado de las flores y en
la calle Mariscal Tito.
En las afueras de Damasco hace una semana que
se denunció la muerte de centenares de personas, entre ellas civiles
que no forman parte de grupos armados, por la utilización de armas
químicas. Casi todo el mundo acusa al régimen sirio del presidente
Bachar Al Asad quien, a su vez, acusa a la propia oposición. Quizá
haya una tercera mano asesina terrorista que solo busca el caos y la
destrucción en un país como Siria respaldado por Rusia, China e
Irán. Una mano que pretende mecer la cuna de la desestabilización
total de Oriente Medio al intentar provocar una intervención militar
de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Turquía y Arabia Saudí.
En definitiva, de nuevo, asistimos a un escenario de guerra fría
donde los sirios ponen los muertos de bala o gas sarín, y las
superpotencias dirimen su poder y el control del comercio mundial.
Después del golpe de estado militar que ha desalojado del poder en
Egipto a los islamistas Hermanos Musulmanes, que pretendían utilizar
las elecciones democráticas para acabar con la democracia e imponer
sus postulados fanáticos y las negociaciones entre israelíes y
palestinos, nos encontramos con que la crisis siria sube un grado
fatídico porque el presidente de Estados Unidos había trazado una
línea roja: uso de armas químicas por su carácter de destrucción
masiva totalmente inaceptable e intolerable. Los muertos por bala,
metralla o bombardeo tienen otra condición que no provoca la
movilización de los dirigentes políticos internacionales que solo
salvaguardan sus intereses.
Periodista. Director de 'Atalayar, entre dos orillas'. Colaborador en diversos medios como Punto Radio, Onda Cero, COPE, El Independiente y Colpisa. Colaboro en COPE, Colpisa, TVE, RNE y Diariocritico. Es autor de libros como 'Casco azul soldado español' o 'Misión: Líbano'. También fue director de los estudios 'Cómo informar sobre infancia y violencia' y 'Cómo informar sobre violencia contra la mujer en las relaciones de pareja' en colaboración con el Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia.
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