Y, en esto, llegó Rajoy y mandó parar (y templar)
domingo 25 de agosto de 2013, 19:35h
Seguro que en las redes
sociales, tan irreverentes a veces hasta lo injusto, algunos lamentarán el regreso de la clase política a
donde solía: a sus sedes, a sus ministerios, a La Moncloa...Esto es lo que va a
ocurrir a partir de este lunes, cuando, tras un largo paréntesis de silencios
(y de inactividad oficial), 'ellos' vuelven: reuniones de ejecutivas,
preparativos de confrontación en el Parlamento y, allá, me temo que disfrutando
como un loco -qué injusticia para quien tan injustamente se ha comportado--, el
recluso de Soto del Real, preparando más cohetería mortífera. Resulta increíble
que nadie tome en cuenta que la prima de riesgo ha descendido, que la situación
de déficit casi se ha desvanecido, que la posición en Europa -y ante el Wall
Street Journal, y el Financial Times-haya mejorado: lo importante va a ser,
siento decirlo, lo que el 'prisionero de Spandau-el-Real' vaya filtrando a
través de quienes creen, y no dudo que sea de buena fe, que esto hay que
sanearlo, aunque sea a través de uno de los tipos con menos escrúpulos de
España. Un tipo al que ellos, los del partido gobernante, se vieron obligados a
defender, y así andan...
Llega Rajoy de sus trotes por
Galicia y nadie cree que vaya a dar un puñetazo sobre la mesa, a introducir
cambios dramáticos de caras y de comportamientos: nunca lo ha hecho, siempre ha
dejado que las situaciones se pudran, y
ahí está, presidiendo el Ejecutivo y el partido que sustenta al Ejecutivo, un
partido que controla cierto panorama judicial y mediático e institucional...No
vamos a dudarlo: Mariano Rajoy tiene hoy más poder del que jamás tuvo Adolfo
Suárez, más que el mismísimo Felipe González -que tenía el partido, PSOE, hecho
unos zorros--, más que el mismísimo Aznar de la primera época, cuando los
pactos con Arzalluz y Pujol, más, desde luego, que Zapatero, que siempre
estuvo, aunque nunca lo entendió, en la picota. Sin mover un músculo más que
para ascender por el sendero de 'pedra e aigua', Rajoy se ha hecho con el
control del país a base de convencer a todos -tampoco era tan, tan difícil-de que
él es la única alternativa a sí mismo: lo creen los principales empresarios y
banqueros, lo creen Durao Barroso y esa esfinge llamada Van Rompuy, me parece
que lo creen en la embajada norteamericana y en las agencias internacionales de
calificación.
Los únicos que no están tan
convencidos de la potencia de Rajoy como estadista son los españoles de la
calle, según dicen las encuestas. Los medios más o menos críticos le piden al
presidente gestos, siquiera un gesto regenerador, cambios de rostros, pactos
más allá de la confrontación imprescindible. Se lo dicen los sondeos del CIS y
los que publican empresas independientes, lo exigen los manifestantes de las
batas blancas, verdes, negras, los estudiantes, los de las preferentes, los de
la plataforma contra los desahucios. Lo pide, claro está, la oposición, que no
sé qué diablos va a hacer para empujar a Rajoy hacia el abismo, una vez que no
les ha salido bien aquella ocurrencia del impeachment. Sospecho que al
presidente empieza a dársele una higa la protesta interna y, como les ha
ocurrido a tantos mandatarios, mira más hacia el magnánimo exterior que hacia
el riguroso interior; por eso cayeron Suárez y, sin querer comparar, Churchill,
y González y Gorbachov, y Aznar y...Por eso, aun siendo ya el 'pato cojo', Obama
está perdiendo popularidad a chorros en su país. Es eso: que no entienden a su
propio país, donde la ciudadanía siempre es tan veleta.
Me temo que Rajoy no se trae
bajo el brazo, tras las vacaciones pontevedresas, ese plan de Cambio, con
mayúscula, que le estamos pidiendo. Sigue confiando en su mayoría absoluta,
sigue pensando que lo de Artur Mas es una amenaza que se disolverá como un azucarillo,
sigue creyendo que Durao Barroso influye más que Pérez Rubalcaba, sigue
creyendo que suyo es el poder judicial, y el legislativo y el mediático. Mal
asunto, cuando iniciamos un nuevo período político que puede significar un
vuelco en el 'estatus' de este país; quien piense que, en septiembre de 2014,
las cosas van a estar como se avizoran al vislumbrar septiembre de 2013, sin
duda está muy equivocado. Lo que equivale a decir que me da la impresión de que
Mariano Rajoy está muy equivocado. Lástima, porque es mucho lo que nos jugamos
si todo sale mal, y mucho lo que nos beneficiaría que todo saliese bien, brindo
por eso.