Yo siempre quise ser como Orson Welles. Por mucho que me
esforzara, su personalidad polifacética, su capacidad creativa, eran
difícilmente imitables. Teníamos, además, una diferencia insalvable: él nació
en Wisconsin.
Aficionado al cine y a Welles, me llega este verano la
noticia de que su primer largometraje, inédito y desconocido, acaba de ser
descubierto. Se trata de una obra de la que se tenía una vaga memoria y nadie,
por cierto, había logrado visionar: Too
much Johnson.
La madre de Welles era tan progresista que creía más en el
drama de un mundo hostil que en la tragedia de una realidad cambiante. Ella, su
padre y su padrastro le inculcaron el amor por el teatro, la representación, la
creación y el arte.
Tras un cortometraje de juventud, con tan solo diecinueve
años, The hearts of age, su fuente
creadora se acababa de abrir como una espita de imparable caudal y vida
apasionada
Junto con sus compañeros del Mercury Theatre se dispuso a
montar un largometraje. Él de director y Joseph Cotten de principal actor
encarnando a un mujeriego que cambia de nombre y personalidad por el de
Johnson. Demasiado Johnson.
Sin embargo, Too much Johnson, nacida en 1938, cayó
en el olvido atropellada, como fue la vida atronada de Orson, por nuevos proyectos
y nuevas mujeres. Ese mismo año levantó de la cama a todos los Estados Unidos
de América con la emisión radiofónica de La
guerra de los mundos.
Too much Johnson
tenía tanto trabajo para ser montada que fue postergada en los sótanos de la
casa de Welles. Así llegaron Citizen Kane
(1941) o La dama de Shanghai (1947).
Y sus viajes a España, de la que se enamoró perdidamente, como de Dolores del
Río o de Rita Hayworth.
Toros, vino, Dominguín y una vida por delante donde la
embriaguez de Welles se turnaba con las tardes de sol y plaza. No todo fueron
alegrías: el incendio de su casa de Madrid, allá por 1970, se llevó por delante
el celuloide de Too Much Johnson y su
primera obra pasó a ser la que le dedicó al impresentable de William Hearst.
En cenizas quedó también el cuerpo de Welles tras esparcirlo
por la finca de Antonio Ordóñez en Ronda, llevándose también consigo la memoria
y dejándonos nuestra admiración por él.
Sin embargo, el incendio de Madrid no había sido suficiente.
Una copia de Too much Johnson se
mantuvo intacta en el almacén de Cinemazero, en el centro cultural de
Pordenone, al noreste de Italia.
Sí, me reconozco fan de Orson Welles, de su creatividad, de
su vida ajetreada, de su imaginación, de su revolución permanente con el ángulo
heroico y las tomas imposibles.
Too much Johnson
la van a estrenar en octubre. Cuento los días, las horas. Voy comprando las
palomitas. Aunque no naciera en Wisconsin.
@AntonioMiguelC