domingo 28 de julio de 2013, 15:09h
El Papa Francisco ha
reclamado en la JMJ de Brasil "rehabilitar la política como la forma más
alta de la caridad" y "una visión humanista de la economía y de la política que
logre cada vez más y mejor la participación de las personas, evite el elitismo
y erradique la pobreza. Que a nadie la falte lo necesario y que se asegure a
todos dignidad, fraternidad y solidaridad..." El Papa habló en Brasil del
"diálogo constructivo", del "sentido
ético" como "un desafío histórico sin precedentes" y de la "vinculación moral
con una responsabilidad social y profundamente solidaria". "Los gritos que
piden justicia se escuchan todavía hoy" resumió rotundo.
¿Le escucharán los
políticos de América y de Europa, los nuestros, los dirigentes occidentales
para que se decidan de una vez a rehabilitar esa política mendaz, insolidaria,
trufada de corrupción, que desacredita indiscriminadamente a todos sus
partícipes? ¿Se darán cuenta de que o cambian y miran a los ciudadanos,
especialmente a los más desfavorecidos, a los excluidos o los ciudadanos les
abandonarán a ellos? ¿Serán capaces de olvidar sus prejuicios, sus pequeños y
partidistas intereses y buscar acuerdos que beneficien a los ciudadanos, los
legítimos destinatarios de una política digna de tal nombre? "Cuando los
líderes de los diferentes sectores me piden un consejo, dijo el Papa, mi
respuesta es siempre la misma: diálogo, diálogo, diálogo, el único modo de que
una persona, una familia, una sociedad, crezca. La única manera de que la vida
de los pueblos avance es la cultura del encuentro". Una actitud que el Papa
Francisco define como "humildad social". ¿Humildad en política?
Francisco I está tratando
de cambiar muchas cosas en la Iglesia y todos debíamos apoyar este cambio, que sólo
será profundo y renovador si se emprende al tiempo desde arriba y desde abajo. "La
Iglesia tiene que salir a la calle" ha dicho también el Papa y tal vez los no
católicos que tanto le han alabado hasta ahora, si eso se produce sin miedos,
sin temores, con un compromiso real, no aplaudan con tanto "fervor". Si la
Iglesia deja de estar encerrada en sí misma -"las razones de los que se alejan
contienen los motivos de su retorno-; si da un papel más relevante a los laicos
y especialmente a las mujeres; si abandona el clericalismo y la comodidad; si
es fiel al exigente mensaje evangélico; si apuesta por la solidaridad;, si cree
en los jóvenes y no abandona a los ancianos, volverá a ser luz del mundo. No es
fácil, pero todo indica que Francisco I está dispuesto a hacerlo.
Así que lectura y
meditación para políticos, para clérigos, para creyentes... y para todos. Para
los que deciden y para los que sufrimos sus decisiones. Hay que cambiar la
forma de hacer política... y la forma de vivir. Hay que aceptar el reto
"franciscano" y tener el coraje de ir contracorriente. Hay que volver a los
valores desde esa imprescindible
"humildad social" para que el grito de los que reclaman justicia sea escuchado.
No es sólo la política lo que debe cambiar.
francisco.muro@planalfa.es