Pepe, Susi, Bom y otros montajes de salón
viernes 26 de julio de 2013, 09:03h
Dudaba al elegir una película para dar título a este artículo. Dudaba
entre "La gran escapada", "Tocata y fuga de Pepito" o "La fuga de San
Telmo", pero, al final, he optado por el cine nacional y por las ansias
feministas y almodovarianas de la nueva presidenta de la Junta de
Andalucía para decidirme por una versión de las primeras películas de
nuestro oscarizado Pedro Almodóvar, aquella mítica "Pepi, Luci,
Bom y otras chicas del montón" que comenzó a lanzarlo a la fama como
director representativo de la "movida madrileña" de los años 80 del
pasado siglo. Y la he elegido porque resume todo lo que está ocurriendo
en la mente del presidente de la Junta en los últimos meses con sus
urgencias para dejar el cargo, nombrar digitalmente a su sucesora, Susana Díaz,
y hacer explotar la bomba de su renuncia inminente a finales de agosto.
Yo no sé a qué se deben las prisas que le han entrado al todavía
presidente en funciones, Pepe Griñán, para atropellarlo todo y llevar a cabo una serie de montajes esperpénticos dignos de las astracanadas del cine de Almodóvar.
Da
la impresión de que en el edificio barroco del Palacio de San Telmo,
antigua residencia-palacio de los Montpensier, Universidad de Mareantes y
Seminario Diocesano, han comenzado a aparecer fantasmas desde que Pepote Rodríguez de la Borbolla lo eligió como sede de la Presidencia de la Junta de Andalucía y, sobre todo, desde que Griñán accedió a él por dedazo de Manuel Chaves.
Griñán, que tan a gusto se encontraba en la coqueta Casa Rosa de La
Palmera se ha visto superado por los espíritus de los doce sevillanos
ilustres tallados por Antonio Susillo que coronan la fachada de la calle Palos de la Frontera, frente al hotel Alfonso XIII. No sé si será el fantasma de Miguel de Mañara, el de Bartolomé de las Casas o el de Lope de Rueda,
el que le ha perseguido por los salones y los pasillos del magno
edificio, señalándolo con el dedo acusador de los EREs, pero el caso es
que no ha aguantado allí ni tan siquiera los dos años que marcan el
ecuador de la Legislatura. Claro que el auténtico fantasma que de verdad
le asusta a Pepe Griñan lo tiene a escasos trescientos metros de San
Telmo, en el Juzgado número 6 del Prado de San Sebastían. Un espíritu.
pesado y constante donde los haya, con apariencia de mujer fría y
distante, tímida e independiente, que no le deja pegar ojo desde hace
meses. Su nombre, ya se lo imaginan, Mercedes Alaya.
La juez ya tiene en sus manos la declaración que le faltaba para poder imputar en el Caso de los EREs fraudulentos a José Antonio Griñán Martínez, Pepe para los amigos, el ex consejero de Hacienda del Ejecutivo de Manuel Chaves, Manolo para los amigos, que heredó el cargo de la ex ministra de Fomento, Magdalena Álvarez Arza. Maleni o Mandatela, para los amigos La declaración del exinterventor de la Junta de Andalucía ante la juez Mercedes Alaya ha
implicado a todo el Consejo de Gobierno y no sólo a Griñán o a Chaves. Según los abogados presentes en
la declaración, Manuel Gómez, imputado de dos delitos de prevaricación y
malversación, ha asegurado que "era imposible" que Griñán, como consejero de Hacienda, no supiera
la existencia de un procedimiento inadecuado. Pero además el
exinterventor ha ido más allá al implicar a todo el Consejo de Gobierno
del año 2003, que entonces estaba presido por Manuel Chaves. Ha
repetido y reafirmado lo que dijo en la Comisión parlamentaria de
Investigación, donde PSOE e IULV-CA consiguieron que las denuncias del
interventor pasaran desapercibidas. Vamos, que más claro, el agua.
Es de suponer que Pepe Griñán sabía de antemano lo que iba a ocurrir y estaría avisado por su consejero de Justicia y antiguo fiscal, Emilio de Llera,
quien le diría algo así como "jefe, lo tienes complicado". Y, claro,
ser el primer presidente socialista que no ha ganado unas elecciones,
tiene un pase, pero ser el primero que tiene que dimitir por estar
imputado en el caso de corrupción política más grave de nuestra reciente
historia democrática, eso no se lo puede aputar en su curriculum el
exquisito de Pepe. Así que, "deprisa deprisa" (¿han notado la alusión a
El país?), anunció en junio que no volvería a presentarse, nombró a su
sucesora, Susana Díaz, Susi para los amigos, hizo un paripé de
primarias del partido en julio para que ella las ganara dándole así una
supuesta legitimidad y, en plena vorágine vacacional, anuncia su
dimisión como presidente a finales de agosto. Visto y no visto. Si Alaya
no lo imputa de aquí a finales de mes, que todo podría ser posible,
Griñán se irá a su casa (o al Senado, muy posiblemente para seguir
siendo aforado) batiendo otro récord en Andalucía, el presidente que
menos tiempo ha durado en el cargo. Y es que si por algo ha destacado
este cuarto presidente de la Junta es por preguntarse constantemente
aquello de "¿Qué he hecho yo para merecer ésto?". Es posible que la juez
Alaya tenga la respuesta y ponga a Susana y a los suyos como unas
"Mujeres al borde de un ataque de nervios".