viernes 19 de julio de 2013, 13:38h
La pequeña es Soraya Saenz de Santamaría, vicepresidenta del Gobierno,
ministra de Presidencia, Portavoz del Gabinete, jefe del CNI, presidenta
de la Comisión Delegada para Asuntos Económicos, ex portavoz
parlamentaria del PP, mano derecha para casi todo del presidente del
Gobierno, amiga de Angela Merkel y capaz de intervenir en la Conferencia
económica del partido de gobierno alemán hablando en alemán y apenas 24
horas después de la muerte de su padre. Sus amigos, sus enemigos y los
periodistas le llaman así, la pequeña, por cariño los primeros que son
en su mayoría abogados del estado; por miedo los segundos que intentan
contraponer sus 150 centímetros a su gran capacidad de trabajo y al
enorme poder que atesora; y por una falsa e imposible camaradería los
terceros que intentan un acercamiento siempre condicionado por las dos
mujeres que la " vice todo" ha colocado como guardianes de su puerta:
María González Picó y Edelmira Barrera. Dos sonrisas de seda que no
dudan de aplicar el guante de hierro siempre que lo aconsejen las
circunstancias.
Sin complejos y de igual forma que se presentó a Francisco Villar para
trabajar codo con codo para mayor gloria de Mariano Rajoy, Soraya
sustituyó en el Congreso a Rodrigo Rato cuando el ex vicepresidente
económico se marchó al FMI. Cuatro años más tarde sustituyó a Eduardo
Zaplana como portavoz parlamentario y comenzó a hacerle la vida muy
difícil a la por entonces vicepresidenta de José Luis Rodríguez
Zapatero, la dura y también poderosa María Teresa Fernández de la Vega.
Pesos pesados que le permitieron el "rodaje político" necesario para
ocupar la vicepresidencia cuando en 2011 el PP ganó por segunda vez por
mayoría absoluta unas elecciones generales y Mariano Rajoy se puso al
frente de una España inmersa en la mayor crisis económica, política y
social de los últimos 50 años.
Fiel al presidente por encima de cualquier circunstancia a la " pequeña"
le están colocando como la única sustituta posible si, finalmente,
Rajoy tuviera que tirar la toalla por el caso Bárcenas, ya que ella ni
está ni se la espera en ninguno de los cuadernos, anotaciones o pen
drive del ex tesorero del Partido Popular. Una opción en la que le
apoyaría el actual ministro de Justicia y una parte, sólo una parte del
Gabinete ministerial, ya que se ha encargado desde que llegó al poder de
ir colocando a sus compañeros de carrera, a los llamados "Sorayos" ,
todos abogados del estado, en puestos claves de la Administración del
estado. Un segundo nivel del poder pero que le permite a la
vicepresidenta tener una información precisa y al minuto de lo que
acontece en cada Ministerio y organismo del estado. Todo ello por sí no
fuera suficiente con el " control " que tiene del Centro Nacional de
Inteligencia y sus buenas relaciones con su responsable, el teniente
general Félix Sanz, un hombre acostumbrado a moverse como pez en el agua
en los servicios de información desde los lejanos tiempos de la "
Operación Galaxia".
Heterodoxa y sin relaciones " familiares" con la " oligarquía
administrativa" de la capital, al igual que su marido Iván Rosa, es
capaz de hacer frente cada viernes a la rueda de prensa del Consejo de
Ministros y de intentar que Luis de Guindos y Cristobal Montoro no bajen
la moral de los españoles con sus declaraciones enfrentadas. Y lo mismo
que se casa por lo civil en el consulado español de Brasil, se " marca"
una portada en el diario El Mundo en un posado en blanco y negro que ya
quisieran para sí cualquier modelo o estrella de cine.
En apenas diez años se ha convertido en la mujer más poderosa de España.
Es verdad que es un poder delegado, que depende de la voluntad del
presidente del Gobierno, pero hoy es difícil pensar que Mariano Rajoy
vaya a prescindir de la mujer que le resuelve más problemas y es capaz
de representarle en el Club Bilderberg en 2012 , de la misma forma que
lo había hecho un año antes, la única rival que tiene Soraya Sáenz de
Santamaría en sus legítimas ambiciones políticas, la Secretaria general
del PP y presidenta de Castilla la Mancha, Dolores de Cospedal, la otra "
mano" de Rajoy, a la que ha dejado al mando de un partido que asiste
tambaleante al espectáculo de un streptease de veinte años organizado
por el gran tramoyista de los dineros que es Luis Bárcenas.
Es más que posible que Mariano Rajoy salga vivo pero herido de este
desafío a muerte que le ha lanzado el ex tesorero y que todas las
quinielas sucesorias se estrellen contra la realidad. Y es más que
posible que si hay cambios en el Gobierno, que los habrá, estos no
efectúen a la número dos del Gabinete, que podrá seguir acumulando
experiencia, contactos y poder de cara a su propio futuro.