lunes 08 de julio de 2013, 09:51h
Entre las
tinieblas que rodean al prisionero de "Las Praderas" de Soto del Real y las
luces de La Moncloa existe una zona de media luz que provoca preguntas
incómodas y respuestas dilatorias que solo tienen razón de ser por la excesiva
prórroga de sospechas y confusiones que, quizá, algún día, puedan ser aclaradas
judicialmente. Pero, aun suponiendo que el infectado panorama y sus adherencias
se esclarezcan judicialmente, es evidente el lastre político que este asunto
está acumulando en las sentinas del Partido Popular y, lo que es más grave, en
la imagen de España, al afectar al partido que sustenta al gobierno y no a una
asociación política cualquiera.
Las
declaraciones subjetivas de falta de miedo y vocación de estabilidad ante las
hipotéticas amenazas que pudieran surgir de las medias mentiras o medias
verdades de quien, hace algunos años, fue promovido políticamente a tesorero y
parlamentario desde un grisáceo inicial escalón administrativo de gerente,
tendrían eficacia convincente si estuviesen acompañadas por una clara
erradicación de complicidades, codicias o negligencias, anteriores o
posteriores al escándalo, y de una limpieza radical de las zonas de contacto
reciente con el foco infeccioso. La confianza y prestigio serían recuperables
por la visibilidad de un cortafuegos despoblado y separador que, como sucede en
los bosques donde se quiere evitar la propagación de un incendio, abriese una
zanja insalvable, todo lo ancha que sea conveniente, entre la flora chamuscada
y la vegetación sana. Una zanja libre de malezas que deje fuera de juego todas
esas especulaciones y conductas bochornosas que pululan por la opinión
imaginativa o las informaciones insidiosas, manteniendo activos los rescoldos
de un fuego capaz de reavivarse con cada nuevo soplo de viento en forma de
ráfaga mediática.
Ese
cortafuegos tiene que ser visible y estar despejado a la vista del público,
garantizando la integridad de un equipo de dirección política. La palabra
cortafuegos tiene ese sentido figurado, sobradamente conocido. Se hace un
cortafuegos para aislar y proteger a instituciones o colectivos de infecciones
cercanas amenazantes por razones de proximidad. El cortafuegos no solo impide
la propagación del incendio sino que hace
visible ante el público la separación entre lo chamuscado y lo sano. En
este caso, da la impresión de que no hay cortafuegos y, por ello, persisten
preguntas incómodas contestadas con respuestas insuficientes de quienes tienen
la información y la responsabilidad actual sobre asuntos que no son cuentos
viejos de añejas irregularidades sino sucesos de presente.
La
recuperación de un ambiente político sereno y limpio exige un cortafuegos ancho
y claro, que no solo separe lo sano de lo corrupto sino, también, la austeridad
de la negligencia y la codicia. No se puede convivir indefinidamente con
amenazas latentes, como si no hubiese pasado nada, porque las repercusiones
sobre la ciudadanía son demoledoras aunque, según parece, no provoquen el miedo
de algunos personajes pródigos en silencios y escasos en explicaciones. Cuando
un partido representa, hoy por hoy, la única fortaleza solida de la mayoría
constitucional y es el único operador internacional efectivo de salida de una
crisis socioeconómica, no puede presentar fisuras ni fragilidades, ni perder el
tiempo jugando al "tócame Roque" o al "tócame Bárcenas", pues no es asunto de
un hombre solo. Tiene que trazar un cortafuegos elocuente por su propio vacio
que no deje lugar a la menor duda ante la ciudadanía y, muy especialmente, ante
sus propias bases electorales que necesitan reafirmar su fe en la calidad ética
de sus dirigentes. La renovación de confianza exige algo más que una pasividad
inmóvil, a la espera de las lentas resoluciones de otro poder del Estado que
puede declarar culpables o inocentes, pero no devolver el prestigio político
perdido a los tolerados ni a los tolerantes.
Ex diputado y ex senador
Gabriel Elorriaga F. fue diputado y senador español por el Partido Popular. Fue director del gabinete de Manuel Fraga cuando éste era ministro de Información y Turismo. También participó en la fundación del partido Reforma Democrática. También ha escrito varios libros, tales como 'Así habló Don Quijote', 'Sed de Dios', 'Diktapenuria', 'La vocación política', 'Fraga y el eje de la transición' o 'Canalejas o el liberalismo social'.
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elorriagafernandezhotmailcom/18/18/26
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