San Telmo y la cueva de Ali-Babá
viernes 05 de julio de 2013, 08:57h
Es uno de los gritos más escuchados en las diversas
manifestaciones de protesta que funcionarios, educadores, sanitarios o
afectados por los EREs de las empresas públicas (los sindicatos y los tontos de
las banderitas se dedican más a cortar el tráfico por la Avenida de la
Constitución y a dar por saco a los camaradas ciudadanos) gritan en la avenida
de Roma, ante la monumental y churrigueresca fachada principal del Palacio de
San Telmo, sede de la Presidencia de la Junta de Andalucía. Los doce sevillanos
ilustres esculpidos por Antonio Susillo sobre la fachada de la calle Palos de
la Frontera, frente al hotel Alfonso XIII, son testigos impenitentes del
unánime grito: "¡Ahí está la cueva de Alí Babá!" coreado por cientos
de gargantas indignadas. En su interior, sobre la enorme puerta, el balcón
sostenido por los indios atlantes y bajo las figuras de San Telmo, San Fernando
y San Hermenegildo, está situado el despacho del presidente de la Junta, José
Antonio Griñán, rodeado de mármoles de importación y lámparas de diseño.
Sus ventanas suelen estar cerradas a cal y canto para no tener que escuchar ese
concierto de las protestas que tan poco se le parecen a la trilogía de Wagner y
que tanto le disgusta al todavía presidente de la Junta de Andalucía. Ni el "abrete
Sésamo" del cuento sería capaz de descerrojar las contraventanas de
maderas nobles que impiden que el exquisito Pepe Griñán pueda escuchar
lo que dice la calle.
Tanto es así que, rizando el rizo del despotismo ilustrado, ("Andalucía
soy yo") ya ha elegido a su sucesora, la casta Susana, para que,
solos o en compañía de los otros (IULV-CA), la saga que lleva cuarenta años en
el poder, se perpetúe, al menos, otra década más. Todo se cuece entre los
sólidos muros del antiguo Palacio de los Montpensier donde, según cuentan, en
su tiempo se había instalado una corte paralela, en un segundo Palacio Real,
que se dedicaba a boicotear las directrices emanadas de Madrid. Dos siglos
después las cosas han cambiado poco. En San Telmo se sigue dirigiendo una
oposición al Gobierno de Madrid que otros en la capital de España no son
capaces de articular. La Junta de Andalucía, con su Gobierno de coalición de
izquierdas, no es capaz de sacar adelante Andalucía, de crear empleo, de
defender su escasa industria y su abandonada agricultura, porque se está
dedicando a resolver unos problemas internos del Partido Socialista que a los
andaluces se la traen al pairo. En la amplia sala del Consejo de Gobierno,
Griñán, Valderas, Susana, Planas y el resto del Ejecutivo parecen estar más
preocupados por las "primarias del PSOE-A" que por lo que acontece en
la calle. Y eso se nota, vaya que si se nota.
Soy poco dado a descalificar a las instituciones, pero la voz de la calle
señalando al Palacio de San Telmo como la cueva de Ali Babá es un
síntoma inequívoco de que el Caso de loa EREs fraudulentos ha calado
profundamente en el sentir general del pueblo. Ya son pocos los que tratan de
salvarle los muebles a Griñán&Cia. por más que siempre haya alguno
que continúe propagando la insidia de que fue la Junta quien denunció el
caso ante la Justicia. Eso ya no se lo creen ni ellos. Y es que, después de
cuatro años de instrucción, la jueza Alaya ha sido la única capaz de
poner al Ejecutivo andaluz contra las cuerdas. No sólo a Griñán, que parece
buscar una salida urgente antes de ser imputado y acabar KO, sino a otros
muchos dirigentes andaluces (incluídos algunos consejeros actuales y ex
consejeros) a los que, antes o después, va a salpicar la mierda acumulada
durante más de una década entre las paredes de la Casa Rosa o el Palacio de San
Temo. "Los problemas con las subvenciones de los EREs se solucionaban en
comidas con Zarrías en la Presidencia de la Junta" confiesa Carlos
Leal, uno de los abogados imputados. Elemental, querido Watson. Eso de que Gaspar
Zarrías era el "conseguidor" con Chaves, como que Griñán
estaba al tanto de lo que ocurría con los EREs, es algo que es vox populi,
al menos entre los que seguíamos de cerca la política andaluza.
Ante todo este escándalo, la noticia de que el vicepresidente de la Junta y ex
coordinador general de IULV-CA, Diego Valderas, defensor de los sin
techo y promotor de la famosa Ley Antidesahucios, adquirió en la subasta de El
Monte la vivienda de su vecino desahuciado a quien una Caja había
arrebatado el piso por no poder pagarlo al quedarse en el paro, no es sino una
mera anécdota que pone en evidencia al autor, una gota más en el ya repleto
vaso de la corrupción y las malas artes que impregnan muchos de los estamentos
andaluces. ¿Alguien se puede extrañar que, a estas alturas, los manifestantes
griten ante el Palacio de San Telmo "ahí está la cueva de Ali Babá"?
Quizás Griñán sí. Yo, desde luego, no.