jueves 04 de julio de 2013, 16:30h
Hace falta una torpeza mayúscula, una ineptitud insensible a la más
leve inteligencia para convertir a Evo Morales en una víctima de Europa.
Es necesario sumar la impericia del tonto contemporáneo con la
ignorancia del atrevido para detener el avión donde viaja un jefe de
Estado, como si fuera un contrabandista de tres al cuarto al que hay que
abrirle la maleta a ver si lleva unos cartones de tabaco sin declarar.
La Europa más zafia y grosera mostró su trasero lacayuno al mundo para
contentar al amo Obama, que está más preocupado en localizar al chivato
que ha denunciado las tropelías del espionaje que en poner coto a una
desmesura que arrumba con los derechos y la intimidad de los ciudadanos
de lo que creíamos el libre Occidente.
Claro que también creíamos que vivíamos en una Europa digna, pero
está dirigida por unos incapaces que por la tarde le piden explicaciones
a Estados Unidos por el escandaloso espionaje, y, a la mañana
siguiente, se ponen el traje de mayordomo y se disponen a llevar a cabo
el trabajo sucio, cargándose todo el Derecho Diplomático y enfadando,
con razón, a toda Iberoamérica.
¡Qué vergüenza! ¡Qué disparate! ¿Se imaginan a Hollande, o a la
Merkel, detenidos varias horas en el aeropuerto de La Paz, sospechando
que llevan a un tupacmaro escondido? ¿Les sonarían los términos
"república bananera", "ignorancia de los más elementales derechos
diplomáticos", "barbarie sin precedentes" y otros semejantes? Pues esos
son los que nos merecemos.
En nombre de la seguridad y en nombre de Dios se han cometido los
crímenes más atroces, desde la tortura a la vigilancia insoportable. Que
Obama se deslice por la pendiente es malo, pero que Europa le siga la
corriente de una manera tan desmañada e incompetente, es para echarse a
temblar.