¡Que viva México y su tauromaquia! Gracias a un extraordinario y torerísimo
Joselito Adame. Que si ya el martes dio una auténtica lección a sus dos compañeros de terna, ambos gachupines -léase españoles-,
Ferrera y
Marín, este viernes repitió de nuevo en el encerado venteño, sobre todo con otro gachupín venido a menos,
El Cid. Eso sí, compartió protagonismo con un interesante y codicioso encierro de
Alcurrucén, que, como Adame, repite triunfo en su segunda comparecencia de este mes se festejos seguidos.
Había expectación por comprobar si la soberbia reciente tarde de Adame era casualidad o un soplo de fortuna tan sólo, porque, aparte de las crónicas, el boca a boca funcionó estos días. Y a fe que Adame demostró que merece ocupar un altísimo puesto en el escalafón, pero no por los despachos como la mayoría de figuras,figuritas y/o figurones. ¡Quia! Sino por disposición, entrega, conocimientos, valor, sí. Mas también y sobre todo por torería a raudales, en verdad en verdad da la buena.
En la que no dejó pasar ni un quite a lo largo de la corrida, tanto en sus bicornes como en el turno de los de El Cid, siempre variados -verónicas, delantales, gaoneras con los pitones tozando la taleguilla, largas, chicuelinas y, en el del triunfo estadístico, unas alegres y complejas zapopinas que calaron hondo en un público que ya no aguantó más y se puso en pie para soltar pasión por medio de restallantes palmas.
En éste burel, noble como todos pero codicioso como todos, que,como todos, pedía no cometer ni un fallo para triunfar con él y que brindó al mítico
Eloy Cavazos, último compatriota que salió a hombros en Madrid hace ¡41 años!, el lucimiento empezó con los primeros muletazos, cuatro estatuarios de impresión. Luego llegó la explosión del toreo fundamental sobre ambas manos,siempre con quietud, siempre con la ligazón de desarrollarlo en un rodalico de terreno, siempre con largura kilométrica en los mandones pases como la distancia entre nuestro país y el suyo.
Aire fresco para todas las ferias
Con el añadido de monumentales pases de pecho y la inspiración de trincherillas y adornos diversos, pura creatividad, Adame tenía las orejas ganadas, pero de nuevo pinchó antes de una estocada no muy ortodoxa, por lo que el premio estadístico quedó en sólo un trofeo. Como el que mereció en su anterior enemigo, con una faena similar en la que aguantó algún parón resuelto con torería: sacándoselo por detrás.
Pero media estocada tendida y dos descabellos le impidieron siquiera tocar pelo. Da igual: Adame, que ya apuntó muy alto hace dos años en su confirmación de alternativa, es la gran revelación de Madrid -ahí es nada, cuatro toros y cuatro faenones, ¿recuerdan alguna figura que lo haya hecho?, pues eso- y con su aire fresco merece estar ya en todas las ferias pendientes de celebrar.
Del resto de la función, poco que contar. El 'gachupín' Cid volvió a lo habitual últimamente, a años luz del campeador que era capaz hasta con los vitorinos: un quiero -brindó el cuarto, en su deseo de agradar- y no puedo porque anda justito de valor. Y con todos los defectos del toreo moderno -fuera de cacho, pico de la muleta etc.- que por ahí se ovacionan y aquí se condenan.
Y el otro compatriota de Adame, el jovencísimo
Juan Pablo Sánchez, pese a algún detalle suelto y cierto aroma clásico, demostró que aún está verde si es en Madrid donde le salen dos burles con codicia, menor que la de su compatriota y el gachupín, pero que exigían mayor profundidad, conocimientos y torería., Por ejemplo, la de Adame. !Que viva México!
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