viernes 07 de junio de 2013, 12:06h
La
historia está llenas de mitos y leyendas que, a fuerza de repetirse,
terminan convirtiéndose en casi una verdad pero sólo del imaginario
colectivo porque la otra Historia, la Historia con mayúscula y
disciplinada, derrumba siempre esa leyenda que nace de la
tergiversación de la realidad. Lo de Cataluña -lo de los
políticos catalanes y catalanistas- es ya obsesivo y cansino. Que
una institución como es el Centro de Historia Contemporánea de
Cataluña, que depende del Departamento de Presidencia de la
Generalitat, organice un simposio bajo el título "España contra
Cataluña: una mirada histórica (1714-2014)", debería ser
preocupante al menos para la intelectualidad catalana que siempre ha
presumido -y con razón- de europeísta, abierta y ajena a ese
pensamiento único y bastante cateto que es la bandera que enarbola
hoy el nacionalismo catalán. El simposio se inscribe, como era de
esperar, en la conmemoración del 300 aniversario de 1714, en el que
se produjo la caída de Barcelona a manos de las tropas de Felipe
V en una guerra que, se pongan como se pongan y se empeñen en lo que
se empeñe, fue de sucesión y no de secesión. Un matiz fundamental.
Según adelantaba "El País" entre los temas a tratar están la
represión cultural, económica, social, institucional, política y
administrativa de Cataluña, así como la destrucción de una lengua.
O sea (que concluiría Umbral).
Es
que no es serio ni es justo y menos aun cuando la crisis económica
golpea tan duro a tantos catalanes. El Gobierno de Mas ha sido una
carrera de desastres con orejeras: convocó elecciones generales para
tener mayoría absoluta y perdió escaños; se alió con Esquerra no
para sacar a Cataluña de la crisis sino para defender el proyecto
soberanista y es ahora su socio el que le pasa por encima según la
última encuesta publicada por "El Periódico": ERC ganaría las
elecciones catalanas con un 24,3% de los votos y entre 39 y 40
escaños, mientras que CiU quedaría en segundo lugar con 34 o 35
escaños y un 21,4% de votos. Pues vale. Así están la cosas y es de
suponer que en CIU todos están contentos con esta deriva de un
partido, que son dos, que tendría que haber jugado el papel de
siempre en la política catalana y que hoy asiste paralizado a la
fuga de sus votantes: si hay que elegir entre el original y la copia,
muchos prefieren a Esquerra que no juega al despiste. ¿Y Durán?
¿Qué van a decir Durán y los suyos? Alguna vez alguien en Unió
tendrá que hacer algo más que contemporizar con unos y con otros.
Está llegando, me temo, la hora de elegir.