No me gusta la Ley Wert. Como no me han gustado las
anteriores. Es más, tengo la impresión de que las leyes educativas nacen de
cabezas completamente alejadas de la cuestión educativa. No tengo datos que
sustenten qué pasa por la cabeza de un ministro (me da igual de qué partido)
pero me da por pensar que lo que, de verdad les interesa, es pasar a la
historia como rompedores de lo anterior.
De las leyes educativas que ha habido desde el año 1970
(cuando se implanta la EGB, BUP y COU) me quedo con la idea de que lo más
importante de todas ellas es que llegaron para derrocar lo anterior, es decir,
cambiar el sesgo ideológico de aquél que las puso, sólo porque es de una
tendencia política diferente. Esto da qué pensar: que los gobiernos de turno,
encarnados en sus ministros de educación, han querido dar rienda suelta al
revanchismo en lugar de lo que verdaderamente importa: una enseñanza pública de
calidad. ¿Y qué es lo que tenemos, señores? Una educación pública deficiente
que nos pone la cara colorada cada vez que sale e informe PISA. Por no hablar,
claro está, de la pintoresca situación si comparamos los planes de estudios
entre las diferentes comunidades autónomas, encontrándonos que un niño de Cataluña sabe muy bien situar el Río Ebro pero difícilmente atina con el Guadiana
(es exagerado pero no van los tiros muy alejados)
Es triste pero real comprobar que les (nos) puede el
revanchismo cuya única bandera parece ser el pensamiento único. Un pensamiento único,
por cierto, que se empeña en poner etiquetas sin atender a las verdades de la historia.
Así las cosas, en este país con esta deficiente educación se ven auténticas
estupideces como, por ejemplo, en una manifestación convocada por la izquierda,
la bandera republicana. ¿Acaso no saben los portadores de esa bandera que la II
República tuvo dos partes bien diferenciadas, siendo la primera de izquierda y
la segunda todo lo contrario?
Quizás si nos dejáramos de crucifijo sí, educación de la ciudadanía,
no, e invirtiéramos en EDUCACIÓN, ese error, bastante salvable si se lee un
poco, no se cometería. Pero no, estamos mucho más preocupados de otras
zarandajas. Y, mientras tanto, tenemos lo que nos merecemos. Un 60% de la
población joven en paro. Menos mal que era la generación más preparada de la historia.
¿O era quizás la que más títulos acumuló tuviera o no conocimientos? Porque ya
no recuerdo de quién partió la brillante idea de dejar pasar curso acumulando
burrada tras burrada.
Y así nos va. Y peor que nos irá porque esta nueva Ley no
sólo no viene a solucionar nada sino que pone más gasolina en la hoguera.No están a lo que tienen que estar, sólo a figurar y no se sabe a qué más. Claro que si repasamos el brillante currículo de los que nos gobiernan, entonces entenderemos muchas cosas. Díganme si es normal ser ministra de Sanidad estando licenciada en sociología (Leyre Pajín y Ana Mato)
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