El PSOE, encapsulado en la obsesión por las primarias
martes 23 de abril de 2013, 17:54h
Las elecciones primarias en España son un
remedo de la técnica de los grandes partidos norteamericanos para elegir
sus candidatos a las instituciones. Es una práctica asentada en un
sistema de partidos cuyas características no se parecen en nada a las de
los españoles.
En Estados Unidos, el electo tiene autonomía casi absoluta del
partido. Es usual que los congresistas y senadores voten en sentido
contrario o dividido en relación a las pospuestas de quien gobierna en
las instituciones. Cada candidato tiene su propio staff, su propio
sistema de financiación y sus propios intereses. Por definición, ni el
candidato ni el electo tienen dependencia orgánica o financiera del
partido.
La solución razonable y satisfactoria para ellos es que los
ciudadanos inscritos como votantes del partido (sin necesidad de ser
militantes tal y como lo entendemos aquí, elijan libre e individualmente
al candidato a ocupar un cargo electo".
En España los partidos son organizaciones teóricamente regidas por
la voluntad democráticamente manifestada de sus militantes. Están
estructuradas y funcionan mediante mecanismos de mayoría.
Los programas, los líderes y los proyectos se aprueban en
congresos y asambleas. Los márgenes de autonomía del elegido debieran
ser estrechos porque no responden a una cesión de poder individual sino a
un mandato expreso colectivo.
En esas circunstancias, las primarias son una iniciativa tendente a
dar una pátina de legitimidad cuando las organizaciones están
controladas o tienen secuestrada la voluntad de sus militantes por un
sistema de cooptación de intereses. Entonces las primarias son una
operación de marketing y de lavado de cara. En teoría, por mecanismos de
representación, votan los mismos que en el congreso.
Los militantes de Madrid, -por hablar de un universo de seis
millones y medio de ciudadanos-, todos reunidos en el Bernabeu, serían
invisibles. Cabrían en una sala terciada de conciertos. Las
posibilidades de conexión directa con ellos por las redes sociales
serían óptimas si esa fuera la preocupación de los dirigentes.
El PSOE se encoge y quiere dar la sensación de que se dilata. Y la
respuesta ha sido instaurar el invento que realizó Joaquín Almunia
cuando sintió que estaba huérfano de legitimidad por la unción que hizo
sobre él Felipe González.
Lo que el PSOE necesita es una organización potente, flexible,
dinámica y participativa sin mecanismos de dominio sobre los militantes
gracias a la capacidad de la cúpula de promocionar a los afines.
Entonces no hará falta primarias porque los militantes tendrán mecanismos democráticos y eficaces de elegir a sus líderes.
Las primarias no tienen sentido más que si se incorpora al partido
a ciudadanos que quieran estar vinculados con él sin tener un
compromiso constante con la organización. Entonces, con un censo amplio y
externo a la organización, las primarias podrían ser un sistema
perfecto de abrir el partido a las decisiones de la sociedad.