Quemarse jugando con fuego
sábado 20 de abril de 2013, 10:38h
Dildo Dum-Dum. Les parecerá
el nombre de un nuevo personaje Disney. Nada más lejos de la
realidad. Es el nuevo artefacto explosivo anarquista; consoladores
explosivos remitidos por el correo al arzobispo de Pamplona y al
director de un colegio de Los legionarios de Cristo en Madrid. Una
idea inspirada, evidentemente, en los torpedos. Suponemos que los
dildos, si se me permite el anglicismo, serán del tipo vibrador,
para aprovechar las baterías como sistema de ignición o provocar la
explosión con el intenso calor generado con la fricción de las
prótesis. El envío ha sido reivindicado por dos grupos ácratas,
uno es El Club de Artesanos para Nuevos Usos del Café, otro el Grupo
Anticlerical para el Fomento del Uso del Juguete Sexual. Monseñor
Rocco Varela estará encantado. Aparentemente se trata del mismo
grupo, pero prefieren lo del club artesano cuando preparan cafeteras
exprés rellenas de pólvora y metralla, como la colocada hace poco
Las bombas en consoladores pueden tratar de enviar un sutil mensaje a
la Iglesia, obsesionada con el sexo y no tanto con los pecadores
postrados en adoración del becerro de oro, a quienes no se excomulga
ni critica a pesar de los fraudes del IVA, las evasiones fiscales o
los asesinos recortes presupuestarios. Ni obispos ni cardenales ni el
Papa Francisco, los mismos capaces de rasgarse las casullas
defendiendo eso que llaman el derecho a la vida, alzan la voz o
presionan a los gobiernos para perseguir los pecados económicos.
Esos son los antecedentes. Ya
nos hemos reído. Pero detrás de la vis cómica del esperpento hay
un riesgo real; que la violencia se vuelva incontrolable. Habrá
quien justifique los ataques a la Iglesia por su actitud con el
aborto, los matrimonios homosexuales, el divorcio, la enseñanza, o
cualquier otro atavismo religioso hispano. Alguien dijo que los
españoles siempre marchaban con los curas; o desfilando delante o
corriendo detrás. Y otro añadió el símil de la historia de España
y la morcilla; hechas con sangre y repitiéndose. Antes era el
anarquista Buenaventura Durruti quien atracaba bancos con su grupo;
Los Solidarios. Ahora es El Solitario quien asalta sucursales y se
proclama expropiador de la banca para gastarse el dinero el solo; el
individualismo contemporáneo.
La Iglesia comparte con los
participantes en los escraches un objetivo; forzar el voto de los
diputados a favor de sus intereses. Que los objetivos sean más o
menos legítimos en un caso o en otro es ya una cuestión de puntos
de vista. Que los Legionarios de Cristo no acosen todavía en sus
domicilios a los políticos tibios en defensa de las posturas
vaticanas no significa que no estén a la espera de comprobar el
éxito del método. Pero, como he dicho, el riesgo real es el de
perder el control de la situación. Un día es el miembro del Partido
Popular, Sigfrid Soria, quien a propósito de los escraches pierde
los papeles y amenaza a "los perroflautas con arrancarles la
cabeza", y a cualquiera que le intimide o agreda le anticipa una
hostia. Todos los animales se vuelven agresivos cuando tienen miedo o
se ven acosados, y nosotros no somos ninguna excepción. Otro día
puede ser un miembro del piquete de escrache quien haya discutido con
su cónyuge, tenga un mal día y decida prender fuego a esos papeles
perdidos y meterlos en el portal del político insolidario. Tan
convencido el pirómano, eso sí, de la justicia de su causa como el
diputado de la suya, pero tanto unos como otros acabarán quemando a
todos si siguen jugando con fuego.
Sin llegar todavía al
extremo de incendiar nada, algunos vecinos o niños pueden resultar
traumatizados o dañados por la violencia, física o psicológica,
desplegada por la acción directa en los escraches. Aprendiendo de
otras bombas arrojadas sobre Palestina o Irak siempre se puede acusar
a los objetivos de usar a los niños como escudos humanos, o
simplemente lamentarse por los daños colaterales. Daños
colaterales. Estupendo eufemismo militar. Ojo con la violencia. El
diablo suele cebarla y luego nadie sabe bien cuál ha sido el
fulminante. Pudo haber sido el que falló en la bomba hecha con una
olla a presión que los ácratas estos del Club de Artesanos Sexuales
colocaron en la catedral de La Almudena. Esa pudo ser neutralizada
por los Tedax. No así un sobre con uno de esos vibradores rellenos
de explosivos; le estalló a una trabajadora de Correos de manera
fortuita. Un posible daño colateral para esos cachondos grupos
anarquistas, Los obispos pueden mostrarse unánimes; bien saben ellos
que los consoladores los carga el diablo.
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Comentarios
Últimos comentarios de los lectores (3)
20377 | Rosa Paredes - 21/04/2013 @ 17:40:43 (GMT+1)
Bruno, gracias por su respuesta.
Saludos
20375 | B T-M - 21/04/2013 @ 17:26:08 (GMT+1)
Muchas gracias por su comentario, estimada Rosa. Por supuesto hay muchos tipos de terrorismo y de violencia. Todos son condenables porque contaminan con medios basados en el miedo y la agresión los nobles fines que dicen defender. Me gusta su metáfora sobre aprender a vivir con los derrumbes que el destino quiera traernos. Siempre lo hacemos hasta que llega el último. Pero para evitar ponernos dramáticos con los titulares siempre nos queda recurrir a otras noticias, como la de otras personas, que al igual que los cachondos anarquistas de las bombas, decidieron rechazar la disyuntiva entre hacer el amor y la guerra pudiendo defenderse con las armas del placer; así varias meretrices evitaron un robo en un burdel "atacando" al ladrón con consoladores. Un hombre armado con un cuchillo entró el día 17 en un burdel de la ciudad belga de Tournai, con la intención de robar el dinero que había en la caja, pero fue atacado con los artilugios sexuales y obligado a darse a la huida. Ríanse ustedes de los misiles de Corea del Norte.
20369 | Rosa Paredes - 21/04/2013 @ 13:22:24 (GMT+1)
Hay muchos tipos de terrorismo. El físico, psicológico y verbal. Todos ellos son terroríficos para el que los sufre por parte de esos psicópatas que tendrían que estar dentro, pero están fuera...
En cierta ocasión que fuí a visitar la casa de infancia y juventud, pude ver que la misma había sido derrumbada y que solo quedaba hueco. Alejándome del lugar, pensé que se termina aprendiendo a vivir con los derrumbes que la vida quiera traerte. ¿o no?
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