martes 16 de abril de 2013, 19:07h
El banquillo de la Audiencia de Málaga conecta
directamente con una entrada al túnel del tiempo, los protagonistas del
saqueo están sacados de aquellos años de porno-opulencia municipal en
los que Gil ejercía de monarca, Muñoz de virrey y Pantoja de consorte.
Si cometieron delito continuado, tal y como asegura la sentencia, es
porque se veían impunes al castigo y muy por encima de la Ley, se
sentían casta poderosa. Muñoz y Pantoja llegaron a escribir una carta
dirigida al entonces presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves,
en la que pedían amparo para que dejaran de perseguirles las cámaras. Y
mientras tanto ellos a lo suyo: trabuco, patilla, bolsas de basura,
carreta en El Rocío, exclusivas y dinero negro que entraba y salía con
total normalidad.
Por supuesto los palmeros también a lo suyo: básicamente a reírles
las gracias en cuántos programas de televisión aparecía la feliz
pareja. Muñoz y Pantoja fueron populares, mucho, y sus paseos por las
calles eran acompañados de vítores ciudadanos que los tenían por la
reencarnación de Sissi y Francisco José pero con chanclas de bajar al
chiringuito. Críticos con aquel régimen hubo muy pocos, eso también hay
que recordarlo porque no se dio una feroz oposición municipal, y sí
abundan en las hemerotecas reportajes de peloteo con mucho
corazón-corazón emitidos desde ese monasterio de la espiritualidad
occidental llamado Puerto Banús.
En aquellos días Isabel Pantoja firmó un contrato para ser la
imagen de Marbella y, en efecto, hoy es la viva imagen de lo que fue el
esperpento del virreinato de Cachuli I "El Breve" en la Costa del Sol.
La idea inicial era que Marbella se aprovechara de la imagen de la
cantante, lo que no sabían era cuánto se iba a aprovechar la cantante de
Marbella. Lo que dice la sentencia no es que la señora Pantoja fuera
víctima de un hechizo de amor de un mal hombre, lo que reconoce es que
participó de manera activa en el negocio delictivo. Se libra de la
cárcel por los pelos pero de lo que no se libra es del deshonor de haber
robado con todas las letras. Isabel Pantoja ha estado a un paso de
grabar el disco "Yo soy presa" que hubiera llegado a lo mas alto de las
listas, ("listas" sin segundas intenciones).
Su desmayo a la salida del juzgado representa la caída del Imperio
Cachuli mucho mejor que un cuadro histórico del XIX. Ni con abanicos
pudieron evitar el sofoco teatral en exceso. Si se hubiera tatuado el
nombre de Muñoz en el brazo le habría dolido menos pero igualmente la
marca al fuego del deshonor la va a llevar de por vida. Vaya manera mas
tonta de dar el cante (por peteneras). Pena, penita... penal.