jueves 11 de abril de 2013, 21:13h
Estimados lectores: ¡feliz y próspero año
nuevo! No se crean ustedes que me he vuelto majareta, que ando cazando moscas
por las esquinas o se me ha caído de la cabeza la tuerca que regula el paso del
tiempo. Nada de eso. Ocurre que escuchando a Rajoy y a sus consejeros
económicos parecería que 2013 ha terminado y a punto está de terminar el 2014.
Me temí algo parecido cuando Rajoy aventuró todo tipo de bondades para la
segunda mitad del año en curso. Ahora, con la evidencia de los números sobre la
mesa, nuestro Presidente ha pasado de golpe todas las hojas del calendario y
nos habla como si viviéramos ya en las próximas navidades. Franco esperaba la
llegada benéfica del verano para refrescar en el mar los problemas pendientes,
Rajoy pretende que viajemos en el tiempo para alcanzar cuanto antes la bonanza
prometida. A ese periplo se le llama traslación temporal, pero nadie ha
conseguido hacerlo.
Ya sabemos que la deseada recuperación no
llegará en otoño. Nos ha confirmado que seguiremos chapoteando en la recesión,
que no será de medio punto, sino de punto entero. Tampoco se creará empleo y
persistiremos en esa lúgubre estrategia que ellos llaman desaceleración
estadística, un sofisma equivalente a decenas de miles de parados más.
Tendremos que apretarnos aún más la correa y padecer un deterioro añadido en
los servicios públicos más necesarios. El Gobierno ha vuelto a cambiar de rumbo
y la costa se va distanciando para todos los que nadamos hasta la orilla. Solo
nos quedará redoblar el esfuerzo y auxiliar a los que se vayan ahogando en las
profundas aguas de lo inevitable.
El Gobierno viaja ya al futuro. Programó como
mejor le convenía el cronómetro de su artefacto, se ajustó el cinturón, agarró
con fuerza el volante y abandonó este escenario de ruinas. Olvidaron
acomodarnos a todos en el vehículo y ahora corremos detrás con la lengua fuera,
incapaces de seguirles, viviendo el trascurrir de los días a la velocidad de
siempre, con la pausa astral impuesta desde que el mundo es mundo. El señor
Rajoy vuela hacia al futuro soñando con las verdes praderas del 2014, pero en
nuestra actualidad cotidiana se amontonan las malas noticias. Bruselas nos
pronostica nuevos desastres macroeconómicos y más desequilibrios coyunturales.
Persiste la gravedad y nos tememos más amputaciones en lo que nos queda de
soberanía.
Estas novedades llegarán muy pronto a la nave
y es muy posible que Rajoy se proponga un nuevo salto en el tiempo. Quién sabe
cuáles serán entonces las coordenadas del aterrizaje. Deberían advertir al
piloto que es muy peligroso manipular tan repetidamente el artilugio. El
Gobierno podría congelarse en el espacio, perderse en el infinito o retroceder
al pasado. Volvería entonces a los años de hierro, aquellos en los que solo era
una oposición derrotada. Mariano Rajoy debería evitarse tantos paseos por el
túnel del tiempo, no es nada bueno para su salud.